Inevitablemente debo comenzar esta columna, afirmando que el patriarcado está y estará incomodo con las libertades de las mujeres, se inventan cualquier argumento – rancio – y repleto de – energía machirula - que juzga lo que le apetece como indebido, pero que puede normalizar otras cosas realmente graves, solo porque las ampara en sus creencias dominantes, parece que les sorprende más el baile en redes sociales de una jueza, que los acosos callejeros o piropos sexistas, que la violencia de pareja, que los feminicidios o peor las explotaciones sexuales a niñas.

En medios se reporta la noticia de esta forma: “Investigan a jueza en Colombia por videos de baile en su cuenta de TikTok: “Es lamentable que a una mujer se le juzgue por su forma de vestir” Según la persona denunciante sus videos donde baila de manera “sugestiva” atentan contra la moral de la profesión”… “La jueza cuarta penal del circuito de Florencia, Caquetá, de 47 años, casada y madre de tres hijos, ha defendido de manera enfática su desempeño profesional. Ha subrayado que su actividad en redes sociales no ha interferido con sus responsabilidades judiciales”

Esto hay que hablarlo con los lentes de la coherencia puestos, porque mientras la justicia no responde eficazmente a los feminicidios, asesinatos, robos y todo tipo de delitos, dado que el sistema está desbordado y que humanamente no pueden responder, mientras el impacto de dicha situación es la negligencia y el dolor profundo de las víctimas y sus familias; resulta que un magistrado tiene tiempo para investigar a una jueza por bailar en Tik Tok, definitivamente en nuestro país, la realidad supera la ficción en todo sentido, dejamos de ser la patria boba para ser la – patriarcalmente tonta -.

Hay tanto por hacer para que la justicia invierta tiempo en exigir que una mujer no baile en sus redes sociales, argumentando que esto afecta su desarrollo profesional, por el contrario parece que los machirulos borrachos, acosadores, violentadores tuvieran licencia para ir por la vida vulnerando la tranquilidad de las personas.

El proceso disciplinario que enfrenta la jueza Marienela Cabrera Mosquera ha puesto en el centro del debate nacional los límites entre la vida privada y el ejercicio público de la función judicial, lo que ha generado cuestionamientos sobre la autonomía y el derecho al libre desarrollo personal de quienes integran el poder judicial.

Esta situación ha puesto en la agenda pública, los hostigamientos que en la rama judicial no solo la jueza ha padecido sino en general otras mujeres, no puede ser que estemos en un país tan patriarcal donde unos machos opresores con “poder” quieran decidir sobre las conductas de las mujeres incluso ignorando el buen desempeño profesionales de las mismas.

En sus declaraciones, Cabrera Mosquera ha cuestionado la pertinencia de la investigación en su contra, sugiriendo que se trata más de un juicio moral que de un proceso disciplinario legítimo y calificó la investigación como un “juicio moral” sin fundamento legal. La jueza ha aclarado que estos videos fueron grabados en su domicilio, específicamente en el estudio de su casa, y no en el juzgado ni en el despacho judicial.

La queja formal fue presentada mediante correos electrónicos anónimos, en la que se argumenta que las publicaciones de la jueza son sugerentes y atentan contra el decoro y la moralidad de la profesión. El expediente disciplinario ha cobrado notoriedad por las medidas adoptadas por el magistrado instructor, Manuel Enrique Flores, quien ordenó el seguimiento de las redes sociales de la jueza y solicitó la incautación de su teléfono celular personal. Esta petición, violaría su intimidad y tiene todo para ser ilegal. La jueza ha denunciado la existencia de modelos de conducta rígidos y desiguales a los que, según ella, se ven sometidas las mujeres en la justicia.

En definitiva, basta de seguir normalizando conductas acomodadas a la doble moral, que solo buscan someter la libertad de las mujeres, decidir sobre sus cuerpos, sus derechos y violentar el respeto por su autonomía, en realidad el patriarcado no puede seguirse disfrazando de – pureza, educación y morronguería- es hora de respetar y no pasar los límites, ampararse en la supuesta intención de proteger la dignidad del sistema judicial para espiar el celular de una funcionaria, decidir sobre su vida e ignorar su buen desempeño profesional, solo para dejar un absurdo precedente de exigencia de buen comportamiento, esto ya en serio, está pasando de castaño a oscuro, el machismo sigue arraigado aunque huela a rancio y no tenga ningún argumento para intentar imponer sus mandatos, no podemos guardar silencio ante esto, ni ahora ni nunca.