Al encontrarse con el título de este artículo, muchos de mis lectores pensarán de inmediato en el triunfo avasallante de la selección de fútbol de Colombia ante el onceno de Venezuela. Sin embargo, mi reflexión de esta semana alude al suicidio, uno de los graves problemas de salud pública que vive la sociedad y uno de los actos más tristes de la condición humana, como es asesinarse a sí mismo.
El tema es de suma trascendencia pues, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se quita la vida un promedio de 727 000 personas, además, por cada suicidio se estiman más de veinte intentos que, por fortuna, no lo logran. Los intentos llegan a una cifra escandalosa de entre 14 y 16 millones de casos. Otro dato preocupante es que el suicidio es la tercera causa de muerte de las personas en el rango etario que va de los 15 a los 29 años.
Para meditar y actuar al respecto, cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, por iniciativa de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y la OMS, que enfatizan en la necesidad de cambiar las narrativas actuales, la cultura de silencio y el estigma por una de apertura, comprensión y apoyo, para crear conciencia, construir lazos solidarios y promover políticas públicas que atiendan la salud mental.
Cuánto me complació, el pasado miércoles, recorrer la Universidad Simón Bolívar y encontrarme con funcionarios y estudiantes luciendo prendas amarillas como símbolo de respaldo y compromiso con las iniciativas que promueven el bienestar y la salud mental y, sobre todo, abogar por la preservación de la vida. Fue una verdadera ola amarilla de cariño, de conciencia y de valoración de la existencia como un privilegio que entre todos debemos cuidar. Además, hubo una importante jornada académica con amplia participación de especialistas en salud mental.
El suicidio y la ideación suicida suelen estar relacionados con alteraciones mentales, pero también, según la OMS, vivir en entornos de guerras, desastres naturales, sufrir violencia, abusos, sentirse aislado o la pérdida de un ser querido. Igualmente, un riesgo importante entre las poblaciones vulnerables y que sufren discriminación.
Es sustancial que todos sepamos identificar las señales que apunten a que alguien esté pensando en la posibilidad de autolesionarse, para brindarle nuestro apoyo y buscar ayuda profesional; cada acción que podamos realizar, por mínima que parezca, contribuirá a minimizar este flagelo y a preservar la vida, que es nuestro más importante patrimonio.
@Rector_Unisimon