Tanto la dirigencia política como todo el país tienen claro que al petrismo hay que enfrentarle una fuerza cohesionada, algo distinto al reguero de candidaturas que facilitó la subida de la izquierda radical. Además, el petrismo hoy cuenta con mucha plata, amplia nómina, dispensa favores oficiales, cuenta con el apoyo de malandros en el campo y hasta en las cárceles, en fin, todo lo que implica un gobierno desvergonzado y decidido a atornillarse en el poder a cualquier costo para poder continuar su misión destructora degenerando instituciones, principios y valores. De ahí el acuerdo de lanzar cada partido su precandidato, cada grupo de opinión el suyo, y entre todos escoger solo a uno que sea el contendor final. Están apareciendo entonces los “pre”, donde se destaca que los que más fuerte lucen son del Caribe. Un independiente como Abelardo De la Espriella hablando claro y marcando podio. Empero, es neurálgico el apoyo de un partido. El Liberal presenta a Mauricio Gómez Amín, joven barranquillero aguerrido y brillante; el Centro Democrático ha demostrado ser machista: en sus filas se han destacado figuras como la Cabal, la Valencia y la Holguín, pero Uribe prefirió a Zuluaga, y todo indica que se inclinará por Pinzón, aunque esté acusado de santista.
Hay que bloquear el camino al actual gobierno de desvariados y hasta degenerados sin vergüenza ni pudor que nos quieren devolver a las épocas de finales del siglo XIX, cuando el país atravesaba los más difíciles e ingobernables momentos sociales y políticos, por culpa de un régimen liberal radical, un sistema cachaquísimo de los que sí pero que no, plagado de veleidades que conducían a la destrucción.
El reciente evento en Ibagué donde el conservador barranquillero Efraín Cepeda oficializó su candidatura, hizo evocar al cartagenero Rafael Núñez, quien abrió el camino para enderezar los entuertos y poner orden a las cosas liderando un movimiento que se llamó “Regeneración” pues, al igual que hoy, era lo que se requería: regenerar lo que se había degenerado, el decoro y la decencia, todo lo trastocado. Sus resultados se han venido diluyendo hasta hoy, que estamos en manos del destructor petrismo, al punto que ya se necesita una nueva regeneración.
Lo que se haya degenerado hay que regenerarlo, esta vez también en manos de un hombre Caribe, Efraín Cepeda, quien durante su presidencia del Senado bloqueó todas las estupideces que se le ocurrieron a Petro, desde una ilusa constituyente, derrotándolo en todo, así como también lo derrotará en la elección final.
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