Las circunstancias actuales de orden público, división e irrespeto de los diversos actores de la política hacen presagiar tempranamente un panorama oscuro que se cierne alrededor de los debates electorales al Congreso de la República, y Presidencia en primera y segunda vuelta en 2026.
La subversión del orden público en todo el país es el mayor flagelo de los colombianos en estos momentos.
El secuestro, la extorsión, la violencia, la guerra entre carteles, la lucha de las disidencias de grupos subversivos por control del territorio mezclados con delincuencia común, narcotráfico y violencia política son el caldo de cultivo de un Estado realmente inviable sin futuro.
El discurso divisionista entre izquierda y derecha es la autopista a la estafa de una sociedad manipulada por el miedo, odio y violencia, sentimientos alentados por quienes son verdaderos responsables de la crisis actual, arropados entre sí para ocultar su corrupción como estilo político de vida.
Tanto partidos de izquierda como de derecha son igualmente responsables de los cinco flagelos más graves que han golpeado históricamente a la Nación colombiana: corrupción, pobreza, violencia, narcotráfico e impunidad.
El discurso de odio difundido por quienes ostentan el liderazgo nacional tiene un sitial deshonroso debido a su escalada devastadora que supera todo nivel de desequilibrio emocional, salud mental y sindéresis.
Hoy más que nunca la sociedad reclama de sus “líderes” un diálogo a la altura de las necesidades de unión, cambio y cordura, únicas vías para hacer posible la recuperación de la reconciliación nacional perdida.
No solo se requiere un abanico importante de propuestas de políticas públicas pertinentes, sino de candidatos que superen la violencia propiciada por los sectores de izquierda y derecha, que ofrecen más de lo mismo con sus discursos de odio y de exclusión.
Ha llegado el tiempo del ciudadano colombiano para que se pare en la raya, con el firme propósito de no seguir haciéndole el juego a las rabiosas derecha e izquierda, a sus mentiras y contribución a la división nacional.
Es momento de la independencia de pensamiento crítico, autónomo y libre, para elegir correctamente el próximo presidente de los colombianos.
La mirada ciudadana debe estar orientada hacia los candidatos con excelsas condiciones personales, sin antecedentes de sus familiares, amigos o socios políticos, carentes de cuestionamientos de ninguna índole, con ejecutorias reconocidas y programas de gobierno necesarios, financiables y realizables.
No elegir el Congreso y el presidente correctos en 2026 nos producirá una nueva estafa política.
@orlandocaba