El caso más reciente de primero construir y después resolver es Alameda del Río. Allí, ante el tremendo lío de movilidad creado, se planteó la construcción de un intercambiador sobre la Circunvalar. La secretaría de Planeación de Barranquilla y la Curaduría Urbana correspondiente produjeron esto.

Los graves impactos en movilidad que se avecinan en el norte de la ciudad, denunciados por Nicolás Renowitzky, por los densos desarrollos inmobiliarios de Argos en el suelo de expansión urbana y urbano de Puerto Colombia y Barranquilla, indican que nos aproximamos a una nueva versión del caos en movilidad de Alameda del Río.

Los corredores viales que movilizan la mayoría de viajes entre Puerto Colombia y Barranquilla son la carrera 51B, la carrera 53, la vía al Mar y la vía a Sabanilla.

Frente a los grandes proyectos de vivienda que aumentarán los viajes en Puerto Colombia, el PBOT del municipio definió un plan de movilidad que contempla 41 proyectos entre vías de primer orden (arterias) y secundarias (colectoras, locales, ciclovías y peatonales). Hay que examinar cuáles de estos proyectos han sido tomados por Argos del PBOT para hacer Ciudad Mallorquín, cuyo trazado vial interno no tiene reparos a juicio de los entendidos.

El problema medular son los infartos vehiculares que se vislumbran en el norte de la ciudad, cuando los proyectos inmobiliarios en los lotes Pajonal de Puerto Colombia y Pavas Sur de Barranquilla, propiedad de Argos, estén totalmente habitados.

La práctica de primero construir y después resolver explica, por ejemplo, que el puente de la carrera 65A, a la altura de la Circunvalar, se haya postergado para 2032 pese a su importancia para la movilidad entre Puerto Colombia y Barranquilla. No hay señales de que arranque pronto.

Además de cuidar lo que queda del bosque seco tropical, lo que implica respetar el patrimonio ambiental sobreviviente, es imperativo que los proyectos urbanísticos garanticen una funcional infraestructura vial.

Posdata: EL HERALDO, el domingo pasado, basado en un informe de un grupo profesoral de la Universidad del Norte, tituló: “Estudio ratifica que Ciudad Mallorquín no era bosque seco tropical”. Esa ciudadela, como se sabe, está pegadita a la universidad, cuya página institucional dice que su “campus es referente a nivel nacional y reconocido como un museo vivo” por estar rodeado de “la ciénaga de Mallorquín, el bosque seco tropical, el mar Caribe y el río Magdalena”. Incluso una beca de la institución se llama Roble Amarillo en homenaje a un árbol emblemático del BST. ¿La Uninorte podría explicarnos esta extraña negación de ahora?

@HoracioBrieva