El Caribe está en mora de un reconocimiento público al senador Efraín Cepeda, quien actuando como presidente del Senado de la República durante la legislatura que culminó el pasado 20 de junio, se convirtió en bastión de la defensa de la institucionalidad Colombiana. Bajo la batuta de Cepeda se puso freno a los desvaríos presidenciales, y primó la sensatez en las decisiones parlamentarias, siempre en un contexto de respeto y de altura intelectual y moral, dejando en muy alto el nombre y la representación del Caribe Colombiano.

Su irreductible firmeza contraviniendo los embates de la desaforada ideología petrista, se constituyó en talanquera expresada con gran elegancia y sólido sustento, loable actitud que, claro, le causó la enemistad de Petro, quien a la menor oportunidad lo calificaba de su enemigo, sin percatarse que cada agresión era factor de favorabilidad para Cepeda. La legislatura a cargo de Cepeda, además, demostró sobresaliente efectividad, siendo así que no sólo se aprobaron proyectos benéficos de iniciativa parlamentaria, sino que también se le rechazaron dañinos proyectos presentados por el gobierno, comenzando por el proyecto de presupuesto desfinanciado, que tuvo que expedirlo por decreto, y la inventada consulta popular que se le rechazó dos veces y que pretendía suplantar al Congreso; el proyecto de ley de financiamiento con el que quiso disfrazar su reforma tributaria de 2025 también rechazada; el archivo a la reforma a la salud que destruía todo lo avanzado durante tantos años, y la reforma política que favorecía los planes del Pacto Histórico y que incluía el denominado transfuguismo y la modificación del Consejo Nacional Electoral. Todos nocivos e impulsados por el afán de modificarlo todo para destruirlo todo, y todos con un veneno devastador. Esto entre otros rechazos, pues el espacio no alcanza para detallar todas las agresiones presentadas por Petro. No fue fácil, pues había muchos partidos veleta y muchos senadores enmermelados. Pero la tarea se hizo, Cepeda se lució, y el prestigio del senado resucitó.

Coletilla porteña: Verano ¡al fin! resolvió continuar las obras que Elsa, para consolidar su vocación turística, comenzó en Puerto. Lástima que el alcalde Cedeño, petrista tenía que ser, ignore el lamentable estado de la calle principal de acceso, entre Pradomar y la doble calzada a la Plaza, llena de cráteres, irregular y remendada sometiendo al visitante a una terrible impresión y hasta a un peligro. No se sabe qué espera para, por lo menos, hacerle un reparcheo decente.

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