Hay que sacudir la conciencia colectiva de una sociedad podrida, donde existe la miseria que nadie quiere ver ni reconocer. la política se ha convertido en un teatro de lo absurdo y soy irrespetuoso con los artistas de las tablas al llamar a la política “teatro”; más bien es un burdel, un verdadero lupanar de violencia, muerte y corrupción. El arte de gobernar se ha convertido en el arte del engaño; la ambición, la corrupción y el dinero fácil en grandes cantidades convierten en señor al delincuente, al narcotraficante, al corrupto. Una sociedad donde la verdad se disfraza y la mentira danza alegremente, mientras la justicia es manoseada y comprada por el mejor postor. La esperanza se desvanece mientras la corrupción, el narcotráfico y la inmoralidad prevalecen.

Sociedad con pies de barro; tiempos donde la honestidad y la justicia han sido vencidas por la ambición y la corrupción. No hay partido político en el cual confiar, el poder es el objetivo para alcanzar la riqueza. El pueblo pone el voto, el estado el botín, el pueblo aguanta hambre, el político disfruta del festín.

Mientras encontramos personas con miradas vacías, sumergidas en la miseria extrema, nos damos cuenta que quien gobierna no sufre porque vive en la opulencia plena. Con migajas y mentiras se engaña a la gente; no hay ánimo de encontrar una solución futura ni presente. La solidaridad no existe, tampoco la justicia; nos hemos convertido en una sociedad nefasta que, con su ignorancia, alaba y defiende con honores, a quien los lleva y mantiene en la desgracia; sociedad nefasta que le entregó el poder al malvado que nos aplasta.

Una sociedad donde la injusticia es moneda corriente, donde el privilegiado se aferra al poder olvidando el deber de ayudar al que menos tienen y los corruptos solo acumulan riquezas que no quieren perder. La falta de educación genera confusión, la sociedad confundida por el poder del corrupto es sometida. El tirano elegido para gobernar convierte al pueblo cada día en más ignorante, para someterlo y en la pobreza mantenerlo.

No vale la pena perder la tranquilidad si el mundo en que vivo no lo puedo cambiar. Solo puedo cambiar mi metro cuadrado, mi entorno, mi vida. Esto no es fácil ni sencillo, pero lo intento. Ser diferente en una sociedad podrida podría costarme la vida. cuando no se compra lo justo las balas producen susto, el poder y la impunidad se consiguen cueste lo que cueste.

La culpa es del sistema que perpetúa la desigualdad. Hay escasez de lo esencial, también la hay de ética, de moral y de honestidad; la política apesta en una sociedad descompuesta, los elegidos para gobernar se dedican a disfrutar, mientras el pueblo sufre pero no reacciona.

@lavozdelderecho