Mientras aquí localmente nos gobiernan con lujo de competencia, deprime que todo lo que haya que comentar sobre la política nacional orientada por el tal Pacto Histórico sea negativo. Próximo a vencerse su período oficial, la percepción general es que todos los mensajes que envía el orate presidente conducen a creer que su propósito es atornillarse en el poder hasta que “San Juan agache el dedo”, expresión popular que indica cero definición. Quedaríamos entonces “a la buena de Dios”.
Empero, una cosa piensa el burro, y otra quien lo monta. Pero hasta ahora nadie parece capaz de montarlo, sólo uno podrá hacerlo, así que el burro anda al garete, y no se vislumbra un jinete apto para dominar tan cerrero animal, muchos se ofrecen, y hasta en fila, sin que se les vea pinta de nada distinto a estar impulsados por sus propios egos, lo que los hace lucir peor. La cosa no sería tan grave si el animal anduviera por los caminos definidos, si no le gustara pisotear jardines y flores, supiera caminar, y no tuviera la incorregible tendencia a mantenerse sobre las patas izquierdas dando tumbos de borracho.
Hasta chistoso sería el símil, si no se tratara de nuestro propio país y que el “burro” es un presidente que seleccionó su equipo escogiendo entre quienes lo acompañaron en su desastrosa alcaldía de Bogotá, y además designó a los más ignorantes e ideologizados. Su ministro de salud es el peor, parlamentario fracasado quiere “discursear” siempre, por lo que se magnifican las locuras y las sandeces en las que expone su lente: “Bueno tener a las EPS quebradas, hay que reemplazar cervezas y gaseosas con “chichas”, no importa que se pierdan empleos con tal de “quebrar” a los grandes empresarios”, y locuras así. Tristemente, la salud de la gente está en tan desvariadas manos. Ni hablar de Ecopetrol, otrora joya nacional, se consiente al tipo Roa que la está acabando, es lo que quiere el burro. Como le fue tan mal en el legislativo, trajo refuerzos no petristas, pero tampoco uribistas ni santistas ni de ningún “ista” diferente a ellos mismos, con los que la cosa, en vez de mejorar, empeoró. Ningún ministro le sirvió, y entonces quedó preso de su propio egocentrismo, sus fantasías desbordadas, y sus adicciones que lo movieron a tratar de gobernar, cosa que nunca aprendió, y el resultado es el desastre en el que se encuentra sumido el país.
Pero quiere perpetuarse, así que hay que hacerle caso a Gaviria ¡desde ya! desconocerlo, quitarle el cabestro al burro para evitar más daño, para poder enderezar esto.
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