Son productos de fácil consecución en el hogar, en donde tienen amplio uso, como desinfectante (para el piso) Insecticidas (para matar, hormigas, comejenes y piojos), para el alumbrado y dado el auge de las motos en donde además de combustibles, son usados como disolvente mezclado con thiner, varsol, metanol, creolina etc., lo que incrementa su toxicidad, en los últimos meses han sido los productos más frecuentemente responsables de las intoxicaciones accidentales en los niños.
Aunque los accidentes causados por estos productos en niños son, en general, consecuencia de su ingestión y, más raramente, de su inhalación o contacto con la piel, a la temperatura del ambiente pueden desprender vapores, que son absorbidos rápidamente a través de los pulmones, y por su gran solubilidad en grasas, alcanzan concentraciones altas en el SNC.
Tienen desagradable sabor, lo que hace que los niños no ingieran grandes volúmenes, pero tienen un color atractivo y un olor aromático que predisponen su ingestión y tienen volatilidad, baja viscosidad, baja tensión superficial que le facilitan los efectos tóxicos, que se puede dar en diferentes órganos y sistemas pero predominan las de las vías respiratorias.
No tienen antídotos, y las medidas para eliminarlos como inducir vómito, lavado gástrico, dar leche, están contraindicados ya que dan origen a la aspiración y pueden ir hacia las vías respiratorias o a los pulmones, y producir la neumonitis y otras lesiones graves.
Estos productos comunes, que los adultos utilizan a diario en el hogar, pueden transformarse en venenos peligrosos en las manos de los niños, quienes son curiosos y como padres, no podemos estar el 100% del tiempo vigilándolos, por eso, debemos tener presentes una serie de consejos para prevenir intoxicaciones: Guardarlos en lugares seguros, altos, fuera de su alcance, en envases bien cerrados y rotulados, bajo llave. No depositarlos en envases de productos alimenticios, o los utilizados para agua, gaseosa u otras bebidas refrescantes. No guardarlos junto con los alimentos.
Agustín Guerrero Salcedo



















