Sin pretender cosa mayor que ser una portadora de tradición, la cocina de Josefina Cassiani permanece abierta desde Barrio Abajo hacía el mundo con un solo propósito, convertirse en un instrumento de narración del patrimonio inmaterial de todos los barranquilleros.
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Ensanchada en la generosidad de un patio que recuerda al de las abuelas, la calidez y sencillez del espacio combina perfectamente con la identidad que posee cada uno de los platos que ahí se sirven, los cuales hacen un recorrido magistral que va desde la ancestralidad amazónica hasta la musicalidad de la crocancia africana.
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En su paso por la vida, Josefina se ha hecho experta en contar historias a través de los alimentos, uniendo así lo que para ella representa la fórmula perfecta: la sazón, el baile y la música.
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Cocina de herencia
Su relación con la cocina se remonta a la niñez, y con crianza estuvo marcado por un legado matriarcal que aún sostiene, recuerda que aprendió de vista los saberes culinarios de su madre, tías y abuelas.
'La cocina de mi casa estaba llena de sabiduría, no solo se preparaba para deleitar el alma, sino también para curar el cuerpo, pero lo más importante era la exaltación a la identidad y la cultura a través de los alimentos'.
Mientras crecía se involucra cada vez más y aprendía a detalle los secretos que esconde una cocina tradicional. Además de la propiedad con la que los sabores de la región se apoderaban de su particular hacer culinario.
Con el tiempo Josefina se casó y entró a trabajar a una fábrica en el centro de la ciudad, pero la inquietud de seguir explorando la llevó a inscribirse en varios cursos de cocina profesional.
'Comencé a estudiar cocina porque me gustaba, y empecé a trabajar solo para familiares y personas cercanas que me encargaban, muy parecido a mi mamá y abuela que vendían pasteles y sancochos'.
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El mejor guandú
De aquella exploración de sabores autóctonos no sólo surgió la tecnificación de sus procesos, sino también la necesidad de investigar y exaltar la gastronomía local.
'En mi cocina me preocupé mucho por exaltar los sabores de la región, por eso me concentré en el guandú, recopilé parte de la receta de mi abuela y le puse mi toque, uno tan particular que en 2007 ganamos con el Ministerio de Cultura el premio al mejor plato de comida típica'.
A propósito de esta experiencia, Cassiani cuenta que fue muy simpática, aunque ella tenía toda la intención de ganar, la espontaneidad fue la decisiva para otorgarle el triunfo.
'Para mi la cocina se compone de la sazón, la música y el baile, y eso lo lleve a la presentación, preparé un ‘Sancocho de Guandú Barrio Abajo’, que en medio del Carnaval se llevó todos los reconocimientos'.
Desde ese momento Josefina siente una gran responsabilidad hacia al futuro de la cual dice que su intención es permitir que la gente se conecte con una parte de Barranquilla a través del espacio y el sazón.
'En mi patio la historia también se come, por eso es que ahora está abierto al público. La gente me reclama porque les gustaría que cocinara para más gente, pero esa es mi forma de mantener la tradición'.
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Un camino lleno de gratitud, recetas y sabor
En el camino culinario de Josefina Cassiani, una de las cosas que más destaca son los aprendizajes que surgen a partir de la construcción colectiva.
Más allá de haber aprendido de los saberes de su madre, tías y abuelas, la investigación ha sido fundamental para ella conocer sobre la gastronomía del Caribe y apropiarse de los platos de identidad que le han permitido encontrar nuevas recetas, pero todas basadas en una misma fórmula, el amor.
El paso a la fama que ha ganado el patio de Josefina entre propios y visitantes dice que se lo debe a Tulio Recomienda.
En la conversación dice que un día él la llamó por recomendación de Patricia Maestre para que le prepara unos sancochos de guandú y aunque ella no estaba muy dispuesta por la cantidad, eran solo cinco, se decide a hacerlo.
'Cuando yo veo que él llega con cámaras y luces me asustó, no sabía qué pasaba, pero después del video fue una locura, el teléfono nunca ha dejado de sonar'.
