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Servir a los demás es un acto de amor desinteresado, como una luz que ilumina vidas ajenas, y una forma de encontrar un propósito más profundo en el día a día. Justamente eso es lo que hacen las Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver en el Asilo de San Antonio.

Y es que a menudo los adultos mayores quedan relegados al olvido, y este asilo siempre ha sido visto por la ciudad como un espacio de dignidad y consuelo para aquellos abuelitos y abuelitas que lo necesitan.

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Detrás de este noble proyecto se encuentran mujeres consagradas que con entrega y profunda vocación de servicio, dedican su vida a brindar cuidado, atención y felicidad.

Este nace bajo esa inspiración que Dios le hizo a la madre Marcelina, la fundadora de la congregación Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, y para responder a ese llamado se fundó el asilo de San Antonio con el fin de atender a todas aquellas personas que están en estado de vulnerabilidad y que necesitan apoyo.

Estos cuidados no solo están a cargo de las hermanas, sino de un equipo de profesionales de la salud y otras áreas que permiten un mejor cuidado de los adultos mayores. EL HERALDO dialogó con la hermana Torcoroma Blanco, quién contó como es el día a día en el asilo, y cuál es la labor que ellas realizan para poder brindarles un mayor bienestar a quienes llegar a formar parte de este lugar.

JHONY OLIVARES

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Solicitud de cupos

Desde hace décadas, las Hermanas de la Caridad han hecho de este asilo un verdadero hogar. Cada día, acompañan a los ancianos que llegan hasta allí, muchos de ellos sin familia o en situación de abandono y les ofrecen no solo alimento y atención médica, sino también algo aún más valioso: cariño, escucha y fe. ¿Pero cómo estas personas logran tener el encuentro con este espacio? La hermana Torcoroma lo explicó.

“Hay personas que vienen aquí a solicitar el cupo para algún familiar, pero también tenemos una vinculación que es con la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico y ellos también nos traen personas que necesitan apoyo. Hay momentos en que también atendemos personas que no tienen recursos económicos, entonces también vienen a pedirnos ayuda y pues aquí abrimos nuestras puertas para todas estas personas”, contó.

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JHONY OLIVARES

Una verdadera comunidad

El asilo no es simplemente un centro de asistencia; es una comunidad en la que los residentes encuentran motivos para sonreír. Las religiosas organizan actividades recreativas, celebraciones litúrgicas, talleres de manualidades y encuentros musicales que llenan de alegría los pasillos del lugar. Actualmente el Asilo de San Antonio cuenta con servicio de psicología, fisioterapia, odontología, entre otros.

“Nuestra misión es hacer que cada persona se sienta amada y útil, recordarle que su vida sigue teniendo valor. Tenemos diferentes actividades con el apoyo de un equipo interdisciplinario, contamos con la ayuda de la Universidad Metropolitana y otras universidades, también vienen colegios a prestar también su servicio social, sus prácticas. Entonces todos ellos se reúnen y junto con nosotras en la parte espiritual desarrollamos encuentros a través de la Eucaristía, celebraciones de cumpleaños y mucho más.

JHONY OLIVARES

El trabajo continúa

La labor social del asilo se sostiene gracias a donaciones y al apoyo de voluntarios que comparten el espíritu solidario de las religiosas. Sin embargo, aún siguen faltando recursos para cubrir algunas necesidades que están ligadas a la comodidad y el bienestar de los abuelos y abuelas que conviven allí.

“Aquí siguen habiendo grandes necesidades, estamos viviendo ahora a nivel de salud una crisis, y lo que más necesitamos son pañales para las abuelas. Tenemos un proyecto pausado, estamos pensando en hacer un elevador porque ya hemos tenido varios accidentes transportando a los residentes a las diferentes actividades”, anotó la hermana Blanco.

Las hermanas reciben todo tipo de donaciones. Alimentos, ropa, dinero, materiales para construcción; puesto que las instalaciones son muy antiguas y algunas de sus paredes se encuentran en mal estado, por ello temen que la tranquilidad y la seguridad de los residentes se pone en riesgo.

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JHONY OLIVARES

“Es por esta razón que anualmente realizamos un bingo, exactamente en la celebración de San Antonio. Lo que buscamos con esto es llegar al corazón de las personas para hacer estas reparaciones que son muy importantes y de total urgencia. Y queremos transmitir el mensaje de que las personas no solo donan con dinero, sino también con tiempo, porque queremos que nuestras abuelas y abuelos se sientan amados por sus familias”.

En estos tiempos en los que la indiferencia suele imponerse, el ejemplo de las Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver del Asilo de San Antonio, le recuerda a la sociedad atlanticense que la verdadera grandeza está en servir al prójimo con amor.

Su obra es un testimonio vivo de compasión, fe y esperanza y de especial amor al prójimo.