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Hombre de Dios, joven en edad, pero maduro en espíritu. Así se le llamaba al padre Edwar Utria Londoño, quien falleció este martes. También era conocido por su peculiar estilo como sacerdote, psicólogo y encargado de atender los casos más extraños y estremecedores que tocaban las puertas de la Arquidiócesis de Barranquilla como posesiones, brujerías, duendes, espantos, y el oscuro mundo del ocultismo.

Desde los 14 años, cuando ingresó al seminario Juan XXIII, se dedicó por completo a la vida espiritual. Fue párroco de la iglesia Santa Rita de Casia en Sabanagrande, Atlántico, donde durante años acompañó a su comunidad en los momentos más oscuros y también en los más coloridos. La parroquia Santa Bernardita, ubicada en el surroccidente de la ciudad fue la última en acogerlo.

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La Arquidiócesis de Barranquilla en cabeza del arzobispo de Barranquilla, Pablo Emiro Salas, también envió sus condolencias.

“Que Dios consuele a su familia y fortalezca a su comunidad parroquial Santa Bernardita. Y que la alegría que caracterizaba al padre Edward nos inspire a todos a vivir con esperanza este momento”.

La gran diferencia entre el padre Utria y otros religiosos era su formación como psicólogo. Por eso, jamás se lanzaba al ritual sin antes descartar lo evidente como una enfermedad mental, un trastorno depresivo, un brote psicótico.

“Hablar de una persona que tiene el demonio, es decir que está lejos de Dios. El mal no existe, el mal es estar lejos de Dios, dijo Santo Tomás de Aquino”, dijo en una ocasión a EL HERALDO.

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Fue precisamente esa mezcla de rigor académico y sensibilidad pastoral la que lo convirtió en una figura confiable, incluso entre los más escépticos. Con él, las personas podían hablar de duendes, sombras o maleficios sin miedo al juicio.