El realismo mágico de Gabo continúa traspasando fronteras. En un relevo generacional que se acerca su tan amada dinastía de los Buendía, el Nobel de Literatura colombiano se ha encargado de exaltar eso mismo que lo hace diferente, su orgullo por la colombianidad, aún después de su muerte.
Los misterios relacionados con sus obras son infinitos, pero por interpretaciones de lectores o los hallazgos de sus relatos y conversaciones se siguen develando al mundo intenciones claras de que para él existía magia pura en el Caribe.
Esa misma intimidad llena de pureza está enmarcada en una conversación con García Márquez que fue grabada el 6 de mayo de 1994 en La Habana, Cuba con la participación del periodista recientemente fallecido Mauricio Vicent.
La entrevista, hasta ahora inédita, se publica en la revista TintaLibre en alianza entre EL PAÍS e infoLibre, en esta se aborda sin reservas y a tumba abierta su vivencia de la música, el Caribe, el dinero, el amor, sus libros y sus ideas: un García Márquez secreto y abrumador.
Gabo descubierto
Para iniciar la entrevista, uno de los primeros comentarios que hace el Nobel es sobre su ópera prima. 'Lo han tomado como mal chiste o buen chiste, es verdad, pero yo creo que Cien años de soledad es un vallenato de 450 páginas, y lo digo con absoluta seriedad. La estética es la misma, el concepto es el mismo, el recurso es el mismo: historias que andan por ahí y que se pierden, se pierden en el olvido popular'.
Asimismo, sobre otra de sus obras más celebradas dijo: 'El amor en los tiempos del cólera es un bolero de 380 páginas y lo digo con toda seriedad. Cuando nadie sabía qué eran los cantos vallenatos, recuerdo que de muy niño iba a oír a los acordeoneros, que llegaban durante las fiestas, porque el origen de la música vallenata es esa, es juglaresca'.
Sobre esto último, el Nobel añadió que estos juglares no eran más que unos músicos viajeros que iban de pueblo en pueblo contando un acontecimiento que había ocurrido en alguna parte, eran periódicos ambulantes y se acompañaban con acordeones.
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El paso en sus obras
A este punto, Vicent dice: A pesar de que Del amor y otros demonios se sitúa en Cartagena, yo lo veo muy cubano, con vivencias y formas de vida que aún perduran.
'En ninguna parte el libro dice que la ciudad es Cartagena y eso no es puramente casual. Me interesa esa incertidumbre para que quede claro que donde ocurre el libro es en cualquier ciudad del Caribe. Jamás había tratado el ingrediente africano de la cultura caribe tan cerca como en este libro'.
El Caribe cultural
Seguidamente García Márquez añade: 'El Caribe no es un área geográfica, sino cultural: no abarca solamente el mar Caribe, sino que para mí empieza en el sur de los Estados Unidos, todo lo que es Luisiana y La Florida, y se extiende hasta el norte del Brasil. Es decir, no es un territorio geográfico, sino un territorio cultural. He tomado elementos de la cultura africana incorporada al Caribe tanto de Brasil como de Cuba y funciona como si fuera en Cartagena'.
Otro de los apartes que Gabo anunció en la entrevista fueron remembranzas de su pueblo natal 'Yo nací en Aracataca, que es un pueblo colombiano de tierra adentro, pero no muy adentro, Caribe puro, y esa es una región no solo de Colombia, sino todo el ámbito del Caribe, cuya cultura está fundamentalmente determinada por la música'.
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Del Caribe al mundo
Entrados en apartes sobre el escritor, el periodista pregunta: ¿Es verdad que con los primeros pesos que ganaste te diste un crucero por el Caribe? Y Márquez responde.
'A ver, yo no he hecho un crucero por el Caribe, pero, cuando estaba escribiendo en Barcelona El otoño del patriarca, de pronto hubo un momento en que me di cuenta de que me había salido de mi medio ecológico y había cosas que ya no sentía'.
Así también dijo que se olvida el color del mar, se olvidan los olores, olores salvajes. 'De pronto me encontré que no me acordaba de cosas concretas, que me hacían falta elementos para expresar esa realidad'.
'La emoción, los sentimientos, la conciencia de dónde era no me faltaba porque donde está el escritor lleva su mundo, el poeta lleva su mundo y donde lo pongan. Pero no recordaba bien cómo eran ciertas cosas'.


