Un reencuentro lleno de relatos convocó la noche de este lunes a los asistentes que se congregaron en La Sala Luneta 50 para observar un verdadero espectáculo de palabras.
La vigésima quinta edición del Festival Internacional de Cuenteros: El Caribe cuenta realizó su apertura en Barranquilla para continuar cultivando el arte de contar historias.
El espacio cultural posee la calidez de un hogar. Pese a sus pequeñas medidas tiene plasmada en sus paredes las más grandes obras y recuerdos de su mayor baluarte: ser la casa de influyentes narradores orales.
Sus sillas no fueron suficientes para el público que estaba apetecido de historias. El aforo fue lleno total y entre sus espectadores se encontraban fieles y nuevos que esperan descubrir la magia que se esconde detrás de este oficio.
Niños, jóvenes y adultos, todos estaban invitados para ser testigos de noche que prometía compartir momentos despojados de la monotonía, y con ese objetivo, se acercaron en familia e incluso solos a esperar que la función empezara y sus risas se convirtieran en el sonido más escuchado del epicentro cultural.
Los protagonistas de la noche portaban una sonrisa especial, pues, contribuyeron a la gestación de un festival que hoy se ha expandido a tierras internacionales.
En junio de 1998 Leonardo Aldana, de Montelíbano (Córdoba) y Fernando Cárdenas de Barranquilla dieron rienda suelta a sus pasiones y grandes habilidades comunicativas para congregar a más cuenteros que en unísono dieron el primer paso para llevar a cabo una verdadera fiesta de las palabras.
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La apertura de esta edición estuvo a cargo del barranquillero Fernando Cárdenas que con jolgorio, desparpajo y carisma alzó su voz para deleitar a los asistentes que atentos se dejaron cautivar de gesticulaciones burlescas y autenticidad al momento de narrar.
Cárdenas empezó a relatar un amor entre dos valores monetarios y las carcajadas arroparon la sala de teatro de principio a fin.
'Una moneda de 50 pesos se enamoró del billete de 10 mil pesos y fue amor a primera vista. Se iban a casar por lo civil en el Banco de la República', fueron algunas de sus palabras.
El narrador oral ha usado la magia de su experiencia para poder ser un fiel mago de las palabras.
'Nosotros en el Caribe somos contadores por naturaleza. Me dejo alimentar la imaginación de las historias que me narran y las adapto y que satisfacción me da volver a reencontrarme con mis amigos cuenteros desde aquí donde empecé a contar'.
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La noche de las sonrisas la cerró Leonardo Aldana, el cordobés que encuentra en el Caribe el mismo realismo mágico de García Márquez con una representación de una tradición oral infinita.
'Ha sido algo nostálgico estar aquí porque estuve desde los inicios y eso es gratificante. Yo cuento desde mi propia experiencia, generalmente cuento cuentos que yo he vivido o que heredé'.
Un universo de fantasía se posó sobre el escenario. Aquella que gira en torno a su familia y al lugar en el que se crio como la evocación al río Atrato o sus relaciones afectivas.
Por ello, contó sobre su lugar de origen y la necesidad de estar sentado en un patio bajo un palo de mango que le recordó cuando la partera enterró su ombligo en ese lugar de su vivienda.
Para la directora del evento, Zoila Sotomayor es una oportunidad para que Caribe Cuenta se convierta nuevamente en una explosión de alegría.
'Queremos que en Barranquilla y el Atlántico se conecten con Caribe Cuenta y con esos hombres y mujeres que han hecho una cosa maravillosa que es traer a esta realidad nuestra esa antigua costumbre humana de escuchar historias y hacer que otros escuchen historias'.





















