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La siesta, una práctica muy antigüa arraigada en diversas culturas, ha sido objeto de debate y estudio científico durante años. Si bien algunos la consideran una muestra de pereza, cada vez más investigaciones respaldan los beneficios que esta puede tener para la salud.

La Fundación Española del Corazón señala que, a diferencia de la mayoría de los animales que alternan fases de sueño y vigilia, los seres humanos suelen dormir una sola vez al día, pese a que se tiene conocimiento de que una siesta corta puede tener efectos considerablemente positivos sobre el organismo.

Un reciente estudio de la Universidad de Murcia, en colaboración con la Universidad de Harvard, ha reavivado el interés en esta temática, que anteriormente ya ha sido ampliamente discutida.

Tras su investigación, los profesionales concluyeron que un descanso de menos de 30 minutos es ideal para “resetear” el día y reducir el riesgo de obesidad y problemas metabólicos. En cambio, las siestas prolongadas pueden aumentar el índice de masa corporal (IMC) y predisponer a padecer síndrome metabólico (SM), que incluye factores de riesgo como obesidad, resistencia a la insulina e hipertensión.

La Fundación Española del Corazón también respalda estos hallazgos, señalando múltiples beneficios de las siestas breves, entre ellos:

  • Reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares en casi un 40%.
  • Disminución de la tensión arterial.
  • Mejora del estado de estrés y del estado de ánimo, gracias al incremento de serotonina.
  • Reducción de la fatiga laboral y el cansancio.
  • Potenciación del aprendizaje, la concentración y la precisión, así como la mejora de la memoria a corto plazo.
  • Preservación de la salud cerebral, especialmente en adultos mayores.

Ahora bien, la pregunta crucial aquí es: ¿cuánto tiempo debe durar una siesta para ser realmente beneficiosa? Una investigación de 1995 realizada por la NASA y la Junta de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos determinó que la siesta ideal dura 26 minutos. Según este estudio, una siesta breve puede aumentar el rendimiento en un 34% y el estado de alerta en un 54%.

Por otro lado, un estudio más reciente del Consejo de Investigación del Sueño del Reino Unido sugiere que las siestas de más de 20 minutos pueden inducir un sueño profundo, lo que podría causar aturdimiento y empeorar la somnolencia al despertar. Además, el deseo de seguir durmiendo tras una siesta prolongada podría ser indicativo de trastornos del sueño, condiciones depresivas o enfermedades subyacentes.

En consonancia con estas investigaciones, la Fundación del Sueño de los Estados Unidos recomienda que la mejor duración de la siesta para los adultos es de 20 minutos, y no más de 30 minutos. Este periodo permite disfrutar de un sueño ligero que aumenta el estado de alerta sin entrar en un sueño profundo.