En la cancha se le ve hambriento y con sed de triunfo, sin temores, sin timidez. Pero lo cierto es que a Vladimir Hernández solo se le ve así en el terreno de juego. El araucano siempre fue un niño callado, penoso, así lo describe su madre mientras recuerda la figura de aquel pequeño, que con tan solo 11 años, le prometió que algún día jugaría en el Junior de Barranquilla.
'La primera opción de Vladimir para su vida era jugar fútbol, la segunda era jugar fútbol', dice Gloria Rivero, la mamá del volante rojiblanco.
Para una madre como ella, que debió luchar fuertemente junto a su esposo para sacar a sus 4 hijos adelante y evitar que cayeran en malos pasos, era difícil creer en aquellas palabras de Vladimir, quien no pensaba en nada más que el fútbol.
'Yo a veces no le creía. Le decía que era un mentiroso, entonces él se ponía junto a su primo a ensayar imaginando que le hacían entrevistas como un jugador profesional. Yo le decía que estaba loco. Tenía ya tres sacos de balones', relata Gloria.
Hernández le cumplió a su madre. La ilusión de jugar en Junior y comprarle una casa en Barranquilla a su familia es una realidad. El esfuerzo para que el pequeño Vladi pudiera alimentarse bien, a punta de 'tetero de pescado y bienestarina', dio sus frutos e hizo de los malos momentos, nudos de una historia con final feliz. Ahora pueden recordar juntos las travesías del sueño rojiblanco, bien acomodados en la casa, que luego de ser campeones con el equipo tiburón en el 2010, Vladimir adquirió.
El mediapunta tiburón prefiere ahora sopa de mondongo en vez de ese tetero extraño que su madre le hacía. 'No creo que me pase algo como eso', sostiene Vlacho en tono de burla. Opta ahora por las empanadas de queso de Gloria, y esa sopa que tanto espera disfrutar cada vez que la visita.
Sabe que lo conseguido es producto y reflejo de esa mujer, que a pesar de verlo con 25 años encima, lo sigue pechichando como en la niñez.
'Desde pequeño ella me ha apoyado siempre, sacaba dinero de donde no había, solo para pagar el pasaje con tal de que yo pudiera ir a entrenar. Ahora creo que le he retribuido todo eso, logré comprarle la casa. Me siento feliz con ella. Me acompaña en todos los partidos'.
Y aunque Vladimir reconoce que su madre no 'entiende mucho de fútbol', atesora con gran recelo la bendición que le da antes y después de los partidos, y la fuerza durante ellos.
'Yo peleo con todo el mundo por el fútbol, los señores de la tienda me maman gallo, dicen que Vladimir es maleta, que no juega, y yo lo defiendo. El señor de la tienda es hincha de Millonarios, y yo le discuto, por mi hijo', asegura Gloria, quien escucha la radio todos los días para vigilar lo que dicen sobre la Pulga, lo protege a capa y espada, como solo una madre lo sabe hacer.
Nunca se pierde un partido. Siempre va al estadio. Es una hincha, madre, y amiga fiel. 'Me siento orgullosa de él', confiesa Gloria, quien también reveló que ha llegado al punto de correr detrás de Vladimir con un palo en la mano para que su hijo no jugara en canchas de piso, porque en Junior se lo habían prohibido.
Ya no corre detrás de él, sabe que ha educado a alguien capaz de tomar sus propias decisiones y de sorprender en la cancha. Hoy, lo único que le pide en el día de las madres, es un gol ante Millonarios. Una sonrisa por el tanto, y un argumento más para ir donde el señor de la tienda y defender a su hijo.
'El domingo le dedico el gol. Es mi objetivo, sobre todo en el Día de la Madre, creo que sería el mejor regalo. Un gol y la clasificación a la final', promete Vladimir, quien ya ha demostrado que cumple sus promesas a Gloria.



















