
El tribunal de Oslo condenó ayer al ultraderechista Anders Behring Breivik a 21 años de prisión prorrogables, la pena máxima y que puede equivaler a una cadena perpetua, al considerarlo penalmente responsable de los atentados de hace un año en Noruega, en los que murieron 77 personas.
El veredicto fija una pena de custodia -figura legal que permite al tribunal prolongar cada cinco años la permanencia en prisión del reo, una vez cumplida la condena inicial- a causa de la 'crueldad' de los atentados y de la necesidad de proteger a la sociedad ante la amenaza que constituye Breivik, explicaron los jueces.
En la lectura del fallo, que duró seis horas, el tribunal justificó la sentencia en que Breivik es un 'fanático extremista' y no un enfermo mental, de ahí que sea penalmente responsable y deba ir a la cárcel y no a un psiquiátrico, como solicitaba la Fiscalía.
El fallo es firme, ya que ninguna de las dos partes apelará el veredicto.
El veredicto satisfizo a supervivientes, familiares de víctimas y políticos, 'aliviados' por el desenlace del proceso, que cierra así la tragedia nacional.





















