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Si bien Quito se proclamó como la capital de las manifestaciones en paros anteriores (2019 y 2022), y aunque todavía es difícil determinar la evolución de las protestas durante los próximos días y semanas, esta vez fue la norteña provincia andina de Imbabura la que se consagró, por el momento, como el epicentro de las marchas y cierres de vía.

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El lunes, en torno a un millar de personas atacaron un destacamento policial, dañó su infraestructura y quemó vehículos policiales y particulares en la ciudad de Otavalo.

El martes, el corte de una vía en el sur de la provincia provocó que la policía utilizase gas lacrimógeno para disolver el encuentro.

Y este miércoles, el presidente, Daniel Noboa, se presentó en el lugar para entregar bonos sociales y denunciar que lo ocurrido son “actos terroristas disfrazados de protestas”, sin embargo pobladores de la localidad rechazaron su presencia.

Los indígenas ya lideraron en 2019 y 2022 las masivas protestas que llevaron a los presidentes Lenín Moreno (2017-2021) y Guillermo Lasso (2021-2023) a dar marcha a atrás cuando también quisieron eliminar las subvenciones estatales a los combustibles para cumplir con las metas de ajuste fiscal de los programas crediticios firmados con el Fondo Monetario Internacional.

Universitarios de Ecuador se unen a protestas contra Noboa

Un centenar de universitarios de Quito, capital de Ecuador, marcharon este miércoles hasta una de las sedes de la Fiscalía para protestar contra la “detención arbitraria” de cinco personas durante la manifestación celebrada el día anterior para unirse al paro nacional convocado por el movimiento indígena contra el alza del precio del diésel.

“¡Fueron detenciones arbitrarias!”, gritó al micrófono el abogado Walter Parra en mitad de una asamblea improvisada durante la protesta, donde entre megáfonos, banderas y pancartas contra el presidente Noboa decidieron llegar a la sede del Ministerio Público, en el centro de la capital ecuatoriana.

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“Uno de ellos fue gaseado en la boca cuando le pidieron que dijera su número de cédula (identificación)”, aseguró el joven a EFE una vez llegaron al destino final de la convocatoria.

Esta es solo una de las marchas acontecidas durante los últimos tres días en Ecuador, donde se vienen produciendo una serie de protestas y manifestaciones en el marco del paro nacional convocado el pasado viernes por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la mayor organización social del país, a razón de la eliminación del subsidio al diésel del presidente Daniel Noboa.

Los manifestantes, que cortaron el tráfico por más de una hora impidiendo el paso de vehículo –excepto de ambulancias–, se aceraron directamente a la fila de agentes policiales en motocicleta para recriminarles los supuestos actos violentos cometidos durante la marcha de este martes.

Redes socialesUniversitarios protestan en Quito contra el gobierno de Daniel Noboa.

“Luchamos por los presos de ayer por la noche durante una marcha pacífica. Yo estuve ahí y los policías arremetieron contra estudiantes, artistas y dirigentes estudiantes”; explicó otro joven de la Universidad de la Central de Ecuador (UCE), la más grande del país, que prefirió no dar su nombre “por seguridad”.

Con la cara tapada y mientras sujetaba una bandera indígena a la cabeza de la protesta, el estudiante tachó a Noboa de ser extranjero por haber nacido en Miami (Estados Unidos) y de intentar de precarizar al país, al hacer que, subvención estatal, el precio del diésel pasase de 1,80 a 2,80 dólares por galón (3,78 litros).

Entre los detenidos de la noche del martes se encontraba Carlos Quito, un artista escénico y visual que quiso sumarse al paro.

“No hay terrorismo”

En la marcha, que no comenzó hasta una hora más tarde de lo previsto, pudieron leerse carteles como ‘Aquí no hay terroristas ni Cártel de los Soles, hay pobreza, ignorancia y corrupción’; un mensaje relacionado con las últimas declaraciones del Gobierno nacional donde tildaron de “terroristas” a los manifestantes, por cortar carreteras y, en el caso de Otavalo, incendiar una decena vehículos en una comisaría.

Para Pavlova Zurita, estudiante de Sociología, ese mensaje responde a una narrativa que se viene implantando desde hace unos 7 años: “Quiere criminalizar la protesta social y a sus líderes”, señaló a EFE.

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En mitad de la muchedumbre también se encontraban dos personas con una bandera blanca y un pañuelo sobre la boca, miembros de lo que denominaron una “brigada de primera línea” encargada de manera voluntaria a los manifestantes que sufren algún daño en las marchas.

“Uno sabe cuando empieza el paro, pero nunca cuando acaba”, explicó un profesor voluntario de la brigada basado en su experiencia. La primera vez que se pusieron en marcha fue en 2019, durante el primer gran paro convocado por el mismo motivo del subsidio al diésel.