Desde la econonomía hasta el deporte, Argentina se juega en las elecciones nacionales de este domingo varios temas álgidos para el país que –a diferencia de otras épocas de su historia– no da muestras de claridad en el favoritismo por uno u otro candidato presidencial, sean Sergio Massa o Javier Milei.
Se trata de una elección reñida en el sentido de que no había una marcada polarización, sino más bien, un escenario político tres tercios, que después se fue convirtiendo en dos, en un enfrentamiento entre dos coaliciones, según explicó a EL HERALDO, Marcelo Montes, profesor en la Universidad Nacional de Villa María y doctor en relaciones internacionales.
'Los argentinos venimos con incertidumbre precisamente por ese escenario tres tercios, donde ninguno de los candidatos logra emerger como hegemónico. Esto es un panorama totalmente diferente al que se dio en los años 80 o los años 90 con figuras como Raúl Alfonsín, como Carlos Menem, incluso Néstor Kirchner sobre todo después del 2003', dijo.
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Además, es la primera vez que en Argentina hay un panorama político donde los candidatos tienen una imagen positiva que no supera el 30% y una imagen negativa que supera el 50 o 60 por ciento, detalló Montes.
'En ese contexto de alta fragmentación, de indefinición respecto a alguna figura algún líder que emerja positivamente este espectro político tan fragmentado, lo que vamos viendo a lo largo de la semana son sensaciones', añade Montes.
Argentina se enfrenta al titular del Palacio de Hacienda que , con una inflación interanual del 142,7 %, una pobreza del 40,1 % y una brecha cambiaria superior al 200 %, compite ‘cabeza a cabeza’ en la recta final con un candidato sin lastre político; y a Milei que con su discurso ‘anticasta’ y sus dichos y apariencia disruptivos agitan el avispero de la política argentina.
Daniel Montoya, analista político, considera que los argentinos no votarán masivamente por el peronismo, pero sí podrían dejarlo pasar con la abstención y el voto en blanco. 'No habrá un batacazo de ninguna forma', dijo.
Sobre Massa, Montoya señaló que sacó 37 puntos en la primera vuelta, pero 'es la cifra más baja que ha sacado el peronismo en su historia política(...) él logró sobresalir en un tablero político muy fragmentado'.
Promesas y realidades
Por un lado, el oficialista Sergio Massa hizo de la 'transparencia' y la lucha contra la corrupción su bandera de hoy, con la que recorrió las provincias patagónicas de Río Negro y Neuquén (sur), en las que recibió el apoyo de numerosos simpatizantes y de los gobernadores electos de ambas provincias, Alberto Weretilneck y Rolando Figueroa, respectivamente.
Ambos representan a formaciones provinciales, pero sobre todo el primero integra una fuerza que, al igual que el actual ministro de Economía propugna para su eventual Gobierno, es transversal y abarca distintas líneas ideológicas.
Antes de un discurso masivo en la localidad de General Roca (Río Negro), el titular del Palacio de Hacienda participó en una mesa de trabajo sobre transparencia y democracia con referentes de universidades y de organizaciones de la sociedad civil, en la que resaltó que le interesa 'la lucha contra la corrupción' y busca 'encarar una nueva etapa en términos de ética y transparencia de la política'.
Consciente de que los casos de corrupción que han afectado al peronismo, incluidos aquellos en los que aún está involucrada a nivel judicial la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, o los más recientes en la provincia de Buenos Aires conocidos durante la campaña, Massa quiso desligarse de esa rémora.
Por ello, afirmó que 'la ética, la integridad, la lucha contra la corrupción y la transparencia' serán parte de la agenda de trabajo en el gobierno de unidad nacional que promete conformar.
Además, ofreció 'poner en manos de la oposición la oficina anticorrupción' para que controle al Gobierno y 'a la mitad de la oposición en el Banco Central a controlar el cuidado' de la moneda argentina.
Massa reiteró una idea ya vertida durante el debate del domingo 12 y pidió a sus seguidores que intenten convencer a quienes votaron a otros candidatos y no le creen, diciéndoles que está 'con la mayor humildad para rendir examen desde el Gobierno' y que, aunque le apoyen sin terminar de confiar en él, 'desde el 10 de diciembre sientan orgullo del Gobierno que eligieron'.
Por su parte, el candidato a presidente por la formación de ultraderecha La Libertad Avanza, Javier Milei, se dio en esta recta final un auténtico baño de masas en Rosario, la tercera ciudad más poblada de Argentina y uno de los centros neurálgicos de la campaña electoral, debido a la violencia que sufre asociada al narcotráfico.
En el mismo lugar donde Massa prometió crear, si gana, su ‘FBI argentino’, un centro con todas las fuerzas federales coordinadas para luchar contra el crimen, el economista libertario afirmó este martes que 'los votos están' y que podrá 'ganarle a los dictadores kirchneristas'.
El líder ultraliberal repitió algo que ya dijo el domingo 12 acerca de que la de esta segunda vuelta es 'la elección más importante de los últimos 100 años' en Argentina e insistió en su idea del 'cambio'.
A su juicio, los argentinos deberán elegir entre la 'plaga inflacionaria o que Argentina vuelva a ser potencia mundial', 'si los que ganan son corruptos o son argentinos de bien'.
Endeble escenario económico
El endeble escenario macroeconómico y social de Argentina urge a tomar acciones decididas y que pueden comportar 'efectos no deseados', pero Massa y Milei proponen salidas completamente diferentes que también plantean un serio dilema a los votantes.
'La herencia es complicada para ambos candidatos. Pero desde el punto de vista del votante es aún más complicado porque, gane quien gane, tendremos meses complejos y hay que ver si la sociedad está dispuesta a aguantar los efectos de las medidas que se tomen', explica Leonardo Piazza, director de la consultora LP Consulting.
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Milei propone un cambio de 180 grados para resolver el problema crónico de la elevadísima inflación en Argentina, que trepó al 142,7 % interanual en octubre, y que el libertario achaca al mal de la emisión monetaria como vía de financiación del déficit. Su solución disruptiva es dolarizar la economía.
El economista, que se define como 'anarcocapitalista' –extremo del liberalismo que sueña con una sociedad capitalista sin Estado–, promete quitar las trabas al comercio exterior, achicar el Estado, privatizar empresas públicas, eliminar subsidios y bajar impuestos y gastos en obra pública, programa que, afirma, asegura el crecimiento, el orden fiscal y una bajada de la inflación.
'Milei, en su esencia, es un liberal extremo, aunque después de la primera vuelta es más cauto al hablar. Ahora habla de una dolarización ordenada y de unificar el tipo de cambio pero ya no de cerrar el Banco Central', observa Piazza.
Pero los desconocidos mares del modelo libertario que pregona Milei encierran, según el experto, 'una alta probabilidad de fuerte descontrol de todas las variables económicas en el corto plazo y el riesgo de una hiperinflación' si medidas como una unificación cambiaria no se hacen 'de forma ordenada'.
Por su parte, Massa no es economista, sino abogado, pero desde julio de 2022 aplica, como ministro de Economía, una heterodoxia con el pragmatismo propio del peronismo y la convicción de que se necesita un 'Estado presente' que regule y garantice lo que el mercado no hace solo.
El ministro-candidato apuesta a un mejor perfil exportador a partir de 2024 que permita recomponer las exiguas reservas del Banco Central y recuperar el equilibrio fiscal, pero sin renunciar al rol del Estado como ordenador del desarrollo y garante de la inclusión social.
Massa, cuya gestión no ha logrado rebajar la escalada inflacionaria, asegura que en 2024 Argentina podrá, gracias al crecimiento de las exportaciones, sumar reservas por unos 40.000 millones de dólares que fortalecerán al peso argentino y permitirán estabilizar la economía.
Además, marca la necesidad de renegociar el programa de facilidades extendidas firmado en 2022 con el FMI, al que Argentina adeuda unos 46.000 millones de dólares. 'Massa está convencido de que la recuperación de Argentina vendrá por un superávit de la balanza comercial que permitirá la acumulación de reservas, con un poco de inflación que licue el déficit fiscal. Pero no lo veo unificando ni liberando el tipo de cambio', finaliza Piazza.
Argentina arrastra déficit fiscal y carece de reservas monetarias para evitar los recurrentes terremotos cambiarios y hacer fluir el engranaje productivo; hay estancamiento de la actividad económica, altos niveles de informalidad laboral y salarios licuados por la inflación que perfilan un delicado escenario social, con una tasa de pobreza del 40,1 % y un índice de indigencia del 9,3 %.





















