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Por la enorme puerta de la penitenciaría El Bosque ingresó ayer un pequeño cajón blanco. En el portón azul de la prisión, donde se lee que allí 'entra el hombre, no el delito', se abrieron paso los lamentos. En el féretro descansaba el cuerpo de Eilín Padilla, de 10 años, a quien su padre esperó desde los barrotes metálicos para darle un último adiós.

Eilín falleció el pasado domingo luego de una lucha de cuatro años por dos tipos de cáncer. Primero sufrió por un linfoma no Hodgkin que golpeó sus tejidos desde mayo de 2014 y tras superarlo, fue diagnosticada de una leucemia linfoide aguda, el 28 de diciembre del año antepasado. Sus últimos días los pasó en la clínica Bonnadona, lugar donde su salud agravó.

Soñaba con tener un restaurante y ser doctora para salvar personas. Así lo recuerda su madre, Wendy Durán, a quien le tocó pasar por un doble drama. Además de la muerte de su pequeña, la mujer de 26 años debió buscar los medios para trasladarla hasta la cárcel donde su esposo Erick Padilla cumple una condena de cinco años por delito de hurto.

En cumplimiento a las normas legales, el Inpecno puede permitir que condenado alguno salga de la cárcel, a menos que medie orden judicial.