Violencia de pandillas, venta de drogas ilegales, homicidios, riñas, hurtos y crimen en general son asociaciones de las que se quieren librar para siempre los habitantes de uno de los barrios más antiguos del sector limítrofe Barranquilla y Soledad: El Ferry.
Fue bautizado así por un embarcadero a orillas del Río Magdalena creado hace unos cincuenta años para el abordaje de ferris que transportaban pasajeros y mercancías entre Magdalena y Atlántico, actividad que desapareció tras construirse el Puente Pumarejo, en 1974.
El historiador local y periodista Adlai Stevenson describe cómo las ventas improvisadas de comestibles, surgidas para aprovechar comercialmente las largas filas de carros que esperaban su turno de embarque, dieron origen a un barrio: 'Detrás de los improvisados cambuches se mudaron sus propietarios y así, lentamente, se fue formando el barrio El Ferry. Un universo aparte de la ciudad que corría cercana a otros ritmos, una especie de islote de espera en la ribera de la Magdalena supeditada al vaivén incesante de las embarcaciones'.
'Universo aparte', escribe Stevenson. Y la expresión sigue siendo válida, pero no ya por la espera de esas embarcaciones que nunca volverán, sino por el cumplimiento de obligaciones gubernamentales básicas, para salir de pronunciado atraso urbanístico y social.
'Parece que las administraciones de Barranquilla odiaran este barrio', comenta la dinámica presidenta de la Junta de Acción Local (JAL), Judith Suárez, No encuentra mejor explicación para 'la permanente burla de las autoridades del Distrito'.
Sostiene que esta burla es patente en cada calle de El Ferry. Y no se trata de la casi total ausencia de pavimentación, o de que ninguna vivienda tenga titulación (las casi 22 hectáreas y 20 manzanas del barrio siguen siendo, al menos catastralmente, propiedad de la extinta Maderas de Colombia.
Le parece más preocupante, por ejemplo, la ausencia de espacios para que la juventud aproveche sanamente el tiempo libre: 'Y tiempo libre es lo que sobra, por desgracia'. Los elevados índices de desocupación, principalmente entre la población masculina, obedecen en buena parte a la estigmatización social: 'Si en una solicitud de trabajo pones que vives en El Ferry, lo más seguro es que te rechacen', comentó.
CALDO DE CULTIVO. Sostiene que esta falta de oportunidades es perfecto caldo de cultivo para pandillas juveniles que, ante la falta de presencia del estado y de las fuerzas de seguridad, imponen su autoridad. El descenso en los índices de criminalidad y delincuencia común durante los últimos años tiene, entonces, un precio oscuro: el microtráfico de estupefacientes, la extorsión y el reclutamiento de menores, son controlados por los mismos que brindan esta supuesta mejora en la seguridad. Y, en El Ferry, tienen nombre propio: Los Cuarenta Negritos.
'Ni son negritos, ni son solo cuarenta', aclara un vecino en voz baja y mirando con evidente nerviosismo hacia los lados, advirtiéndoles a continuación a los periodistas de este medio sobre la conveniencia de enviar una especie de emisario para que dialogue con un representante de este grupo, y evitar así que la presencia de cámaras y grabadoras cause recelos y 'malos entendidos'.
Cumplido este requisito, la primera parada es en el único puesto de salud de El Ferry, calificado como 'un desastre' por varios vecinos indignados porque desde octubre se iniciaron unas obras de adecuación en el local que ya han sido suspendidas 'innumerables veces', y porque la atención se brinda entre martillazos, carretillas con materiales y tablones.
'Mire la rampa: sin acabados, sin baranda, sin terminar', comenta Ilse Almanza, coordinadora de Salud de la JAL. Ante la falta de espacios para la recreación, los chiquillos utilizan la rampa como plataforma de saltos en bicicleta y patines. La bacterióloga del lugar ha sido la primera víctima de la ausencia de barandas: 'casi me mato', dijo, mostrando el hematoma sufrido.
Pero el colegio de cuatro ruinosas aulas que acoge a más de 300 niños de El Ferry en jornada matutina y vespertina tiene un aspecto aún más desastroso: todo en este lugar parece diseñado para que los niños desprecien la educación. Cuando regresen a clases, tendrán un motivo más: 'cortaron el agua hace quince días', anuncia Ingris, la aseadora del plantel.
Judith Suárez prevé una aguda crisis sanitaria. Contó que la administración del exalcalde Alejandro Char adquirió dos predios aledaños para ampliar el colegio y destinó $1.500 millones para mejoras y dotación 'Pero no han hecho nada', denuncia. '¿Dónde está ese dinero?', pregunta.
Resulta por lo menos irónico que la planta de acueducto de la empresa Triple A esté precisamente en El Ferry, donde la distribución de agua potable, el alcantarillado y la recolección de basuras (las tres tareas por las que fue contratada la compañía española) son un dolor de cabeza permanente.
HISTORIAS DE UNA CANCHA. El arroyo Don Juan también es un enemigo constante de la tranquilidad debido a la acumulación de basuras en su lecho. 'Y como está en límite entre Soledad y Barranquilla, el Damab, la CRA y el Edumas se tiran la pelotica entre ellos cuando toca limpiarlo'. Dicen también que el diseño hidráulico de la canalización es pésimo. Particularmente, en un tramo ubicado junto a un 'peladero' polvoriento llamado 'cancha de fútbol'.
Esta ‘cancha’ tiene historia: los partidos jugados en ella fueron claves para poner fin a la guerra territorial entre Los Cuarenta Negritos y otra pandilla juvenil que impone su ‘ley’ al otro lado del cauce del Don Juan, límite natural entre Soledad y Barranquilla.
Los vecinos cuentan otra historia de la ‘cancha’, una más reciente: en diciembre se celebró en sus cercanías una Feria Biba, programa social bandera de la Alcaldía mediante el cual los servicios sociales son llevados los fines de semana a los barrios con más necesidades por un equipo mutidisciplinario de profesionales que brindan atención en salud, asesoría legal y recreación, entre otros componentes.
Allí tuvieron oportunidad de ver por primera vez a Joao Herrera, secretario distrital de Recreación y Deporte. Consiguieron que el funcionario se comprometiera a visitar el barrio nuevamente el pasado 7 de enero para trazar un plan concertado de mejoramiento de este triste escenario deportivo.
'Estamos a 16, y todavía lo estamos esperando', comentó Judith Suárez.
La asistencia en servicios médicos se brinda en un precario local.