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Nuevos detalles han salido a la luz conforme al feminicidio de Yolanda Estefany Arias Santos, una joven de tan solo 25 años que murió de forma violenta durante la madrugada de este domingo, al parecer, a manos de su pareja sentimental, Jairo Samuel Páez Muñoz, de 30 años de edad.

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Pese a las pruebas y testimonios que poco a poco se han ido recopilando frente a los hechos, allegados de la víctima informaron que, según el abogado de la familia, existía la posibilidad de que Páez fuese dejado en libertad debido a que no fue capturado en flagrancia.

Suministrada a EL HERALDO

Sin embargo, Jainer Arias, hermano de Yolanda, reveló que cuando dio con el paradero de Páez en el corregimiento de Salgar, a través del GPS de la motocicleta en la que huía, se percató que en el asiento de la moto permanecían dos cartas en la que el presunto feminicida confesaba el crimen y pedía disculpas por su actuar.

Hoy, gracias a esas a pruebas, la Fiscalía General de la Nación ha avanzado en la investigación del crimen, por lo que estaría próxima a realizar la judicialización y legalización de la captura del confeso asesino.

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No obstante, familiares de la joven temen a que el crimen quede impune y no actúen como deberían hacerlo, con justicia.

“Tengo el corazón reventado”

Cabizbajo y con la mirada perdida, Tomás Arias Cantillo, de 51 años y tío de Yolanda, manifestó a EL HERALDO que las últimas 24 horas, desde que se enteraron de la muerte de la joven, la familia ha estado completamente destruida y sin un alivio, más que la justicia, que pueda calmar su tristeza.

Gabriel OliveraMomentos en los que Tomás Arias Cantillo, de 51 años y tío de Yolanda, revela detalles de las dos cartas halladas en Salgar.

“La verdad es una situación bastante dolorosa, algo que uno nunca espera. Tengo el corazón reventado por dentro, porque ella era una niña feliz, que lo daba todo por su familia y por su hija y ahora queda una niña sin madre… Es algo que uno no esperaba realmente”, expresó Arias.

El tío de la víctima narró que, aunque el hombre nunca mostró rasgos violentos, existieron algunos episodios que ponían en evidencia actitudes derivadas a los celos.

“Él no mostraba ser una persona violenta, pero ocurrieron situaciones que de pronto no nos comentaron y que dan indicios de estas cosas: por ejemplo, una vez dejó de trabajar para quedarse con ella por celos; o regresar de la empresa por celos, fingiendo que se sentía mal para llegar a la 1:00 de la mañana y ver si estaba con alguien más en la casa… Esos son indicios de una persona realmente enferma, si uno se enterara a tiempo de esas cosas, de pronto esto no hubiera sucedido”, afirmó.

Las dos cartas de la confesión

Esta casa editorial tuvo acceso a las dos cartas que Jainer Arias encontró cuando persiguió a Páez. Según el tío de la occisa, una de ellas era para los abuelos del capturado y la otra era para la familia de Yolanda, en ellas confesaba el crimen y mencionaba el sentirse arrepentido por lo que habría hecho.

Fotografía de Andrés Muñoz, pareja y agresor de Yolanda Estefany.

“Cuando mis dos sobrinos llegaron a Salgar, encontraron la moto y en el vehículo estaban las dos cartas: una dirigida a la familia de él y otra a la familia de nosotros. En ambas pedía perdón por lo que había hecho; sabía que estaba mal hecho, pero pedía que lo perdonaran. También le pide a su familia que cuiden a sus hijos, porque él iba como a intentar quitarse la vida”, reveló.

Los sueños de Yolanda Estefany

Para Tomás Arias, su sobrina era una joven que le gustaba superarse cada día y, a pesar de las adversidades, siempre trataba de dar lo mejor de sí para con sus familiares y su pequeña hija.

Yolanda Estefany Arias Santos, de 24 años de edad, asesinada por su pareja sentimental.

“Mi sobrina era una niña muy alegre, una mujer emprendedora… Estudió y siguió estudiando; de hecho, estaba haciendo un curso de belleza. Trabajaba en un almacén para darle todo lo que su hija necesitara —que era lo que más amaba— y salir adelante… Tenía muchos proyectos; hablaba con su hermana de lo que quería hacer y lograr. Nunca estaba quieta, siempre estaba ahí. Yo vivo con mi mamá y Yolanda era de las nietas más pendientes: si se cocinaba, le llevaba comida a su abuela… Deja un hueco muy grande”, narró entre lágrimas.

Y añadió: “uno en momentos de rabia desea lo peor, pero luego uno reacciona y entiende que no puede ser igual a esa persona… Lo que pedimos es justicia: que a esa persona le caiga el peso de la ley, que esto no quede impune... Este dolor es muy grande; al menos uno quiere decir: “se hizo justicia y está pagando como debe ser”. Y que sea Dios el que tome cartas en el asunto; que sea lo que Dios quiera”, finalizó.