Como si se tratase de su salón de clases, o incluso de su propia casa, Daniela Moscote entra y sale del gimnasio. Conoce cada rincón del lugar, cada elemento, y no es para menos, allí pasa la mayor parte de su tiempo libre con un único objetivo: convertirse en una gran gimnasta.
La edad de 6 años, es uno de los retos a los que todo padre se debe enfrentar, pues es una importante etapa de transición que conlleva toda una serie de reacciones fisiológicas y psíquicas en la que los niños se muestran muy inquietos y traviesos. Sin embargo, el comportamiento de Daniela era notablemente diferente al de los demás niños de su edad.
Desde muy pequeña se caracterizó por ser una niña inquieta a la que le gustaba brincar y treparse en todas partes, comportamiento que en más de una ocasión, la puso en peligro. Fue entonces cuando Claudia Quijano, su madre, con la sospecha de que su pequeña era hiperactiva, decidió buscar una actividad que le ayudara a canalizar esa conducta impulsiva que tanto le preocupaba.
Daniela tenía un talento y Claudia lo sabía, pues no era ajena a la flexibilidad que demostraba en cada uno esos movimientos que tanto le asustaban, y así, convencida de que el ballet sería perfecto para mantener ocupada a su intrépida hija, decidió inscribirla en una academia.
Dos años de ballet fueron suficientes para que Claudia entendiera que su 'solución' no fue más que un intento fallido, pues Daniela no mejoraba su comportamiento, por el contrario, desobedecía cada vez más las órdenes de su profesora, y aunque asistía animada a sus prácticas, la pequeña saltarina nunca se enamoró de las clases que su madre pagaba con tanto esfuerzo.
Por su parte, Claudia tenía plenamente identificadas las habilidades de su hija, y al ver que el ballet no las potenció, quiso intentarlo con la gimnasia, una difícil decisión, pues conocía los riesgos a los que se enfrentan los deportistas en esta disciplina, pero ella estaba cautivada por la destreza de la niña de sus ojos, a quien iba a ver triunfar a como diera lugar.
Con tan solo 8 años y el destino ya trazado por su ejemplar madre, la pequeña inició su travesía deportiva en La Liga de Gimnasia del Atlántico, esta vez, Claudia si había atinado, pues solo bastaron unos días de práctica para que esa traviesa que tantos dolores de cabeza le dio, se enamorara perdidamente del deporte que se ha convertido en su verdadera pasión.
Sus avances fueron sorprendentes, en cuestión de semanas parecía otra persona, pasó de ser aquella niña desinteresada que se distraía y se aburría con facilidad, a tener las principales características de un verdadero deportista: disciplina, compromiso y responsabilidad, motivación que rápidamente la llevó a posicionarse como una de las más habilidosas de su grupo.
Tras 3 años de entrenamiento ininterrumpido, llegó la inesperada pandemia, un evento que obligó a todas las personas en el mundo a cambiar la manera de vivir su cotidianidad, y con la excusa de que debíamos permanecer en cuarentena, muchos niños y personas alrededor del mundo pausaron sus actividades deportivas, sin embargo, en los planes de Daniela no estaba parar.
Obligada por la situación de salud pública que atravesaba el mundo entero, tuvo que aceptar un difícil cambio, sus entrenamientos ya no los recibiría en ese lugar que ya consideraba su hogar, pues ahora tenía que adaptarse a la virtualidad, y con ayuda de su mamá, adecuó un gimnasio en la sala de su casa con el fin de poder recibir las clases de su instructor mediante una pantalla.
Durante el tiempo que permaneció en la modalidad virtual, Daniela, desde ese gimnasio improvisado en la sala de su casa, participó en un torneo de masificación realizado a nivel regional, y aunque no logró un reconocimiento en esta competencia, sin duda se convirtió en uno de los momentos más memorables de su carrera como deportista.
Una vez finalizado el periodo de aislamiento y el gobierno levantó las restricciones de movilidad, la ahora gimnasta corrió de vuelta al gimnasio, pero esta vez, para integrar las filas de ‘Buena Esa Barranquilla’, el club que le abrió las puertas y en el que permanece hasta el día de hoy.
Sacar adelante el sueño de su hija no ha sido nada fácil para Claudia, pues es un deporte muy costoso que conlleva muchos gastos, y en el que además, es muy difícil conseguir patrocinadores.
'Ha sido muy difícil porque la gimnasia es un deporte poco apoyado, los patrocinadores deciden es apostarle al fútbol, por lo que prácticamente nos ha tocado solas', expresó Claudia.
Sin embargo, el factor económico no será el causante de truncar la carrera deportiva de su hija, por eso, junto a las madres de las otras 14 gimnastas, Claudia se dedica organizar diferentes actividades con las que recaudan dinero para cubrir los viáticos y demás gastos de las competencias deportivas en las que las pequeñas participan, demostrando una vez más que, detrás de todo gran deportista, siempre habrá una gran mamá.
Pero el sacrificio no es solo por parte de Claudia, pese a tener solo 12 años, Daniela ha demostrado ser muy madura y determinada a lograr lo que se propone, siendo capaz de mantener un buen rendimiento en el colegio y en sus entrenamientos a los que asiste a pesar de tener una pequeña lesión en su rodilla.
La situación es compleja, las clases escolares de Dani finalizan a las 2:30 de la tarde, no obstante, cuenta con el apoyo de los directivos del colegio, quienes le permiten salir media hora antes, pues sus prácticas son los martes, miércoles, viernes y sábados a partir de las 3 de la tarde.
'Yo la voy a buscar a las dos de la tarde, le llevo almuerzo y mientras vamos en el bus de camino al club va almorzando, ya cuando llega se cambia, le queda un ratico de reposo y entra enseguida a entrenar', cuenta su orgullosa madre.
Las decenas de medallas y reconocimientos que ha obtenido en distintas competencias nacionales, y que su madre cuelga orgullosa en una de las paredes de su cuarto, son la muestra del compromiso y pasión que ahora la caracterizan.
Aunque uno de sus sueños es llegar a ser tan exitosa como Simone Biles, Daniela también contempla ir a la universidad, aún no se decide entre estudiar Criminalística o Auxiliar de vuelo, pero como dice su mamá, aún tiene tiempo de sobra para organizar sus prioridades.




















