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Donde nadie los ve. Allí empezó la travesía en un rincón de la costa atlanticense. Siete ciclistas de diferentes partes de Colombia iniciaron, el pasado viernes, el reto ‘Everesting’ en cercanías al municipio de Tubará, Atlántico.

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Un recorrido sin precedentes que tuvo como protagonistas a Andrés Moreno, Aníbal Palomino, Darío Castro, Santiago de la Hoz, William Marín, Cristian Sánchez y Sergio Sánchez. Todos con la motivación de superar sus límites y terminar una gesta que muy pocas veces se ve en nuestro territorio nacional.

El ‘Everesting’ consiste en determinar un recorrido ascendente para subirlo y bajarlo hasta acumular los 8.848 metros que registra el monte más alto de todo el mundo, por eso lleva su nombre (Everest). Una práctica supremamente exigente que tuvo génesis en Australia y que desde hace un tiempo se ha intentado realizar en Colombia.

La justificación de la cita es igual de especial. Un niño llamado Juan David acapara todas las intenciones y motivaciones de los corredores. El muchachito padece una enfermedad huérfana llamada síndrome DeMorsier, lo cual lo hizo nacer con carencia de tabique y desarrollo de las glándulas pituitarias (cerebro). Así mismo, tiene un alto grado de autismo.

Todo esto es algo que sufre solo una persona de cada 100 millones de habitantes. Es el único en el país con el síndrome DeMorsier.

Juan David, entre todas las consecuencias que le ha traído su condición, ha ido perdiendo gradualmente su visión -ya la perdió en un ojo y le queda solo un porcentaje pequeño del otro-, por lo que la idea es recaudar fondos para un único tratamiento que se realiza en Tailandia, que le puede ayudar.

Así van todos los corredores. Con una determinación indomable. Llevando entre sus pedaleadas una historia. Sufriendo en el camino, pero con la satisfacción de dar su granito de arena a una labor que le puede salvar la vida a otro humano como ellos. Juan David es el nombre que se pasea constantemente por sus pensamientos.

Nació para superarse

El líder de la iniciativa viene desde la capital, Andrés Moreno. Es el artífice de todo el proyecto y quien los motivó a todos para correr por la causa mencionada. Acostumbrado a llevar su cuerpo al límite desde hace un buen tiempo, se hace llamar ‘rompepiernas’, haciendo referencia al termino ciclístico que indica las consecuencias de pasar por un repecho exigente.

'El proyecto nace por un llamado y aquí estoy cumpliéndolo. Busco inspiraciones para hacer lo que me gusta. Gracias a Dios hemos podido conmover a muchas personas. Anteriormente he recorrido 500 kilómetros en un día o 1.000 kilómetros en tres, ambos bastante complicados, y todos con el fin de contar una historia. Por medio de la bicicleta intento ayudar a personas que lo necesitan. Hoy, le tocó el turno a Juan David', afirmó a EL HERALDO Andrés.

Moreno llegó al ciclismo por causalidad en su natal Bogotá, simplemente se compró una bicicleta y con el pasar del tiempo se fue enamorando. Intentó competir por varios años de forma profesional, pero descubrió que los retos eran lo suyo. ‘Everesting’ no es una palabra nueva para él. En el 2018, después de muchas horas de sufrimiento, logró terminarlo en el interior del país.

Se bajó del avión en la madrugada del pasado jueves y desde la 1:00 a.m., del viernes ya estaba montado en su cicla para comenzar a pedalear. Es un tramo exigente que comienza en La Habana baja – antes de Tubará - y termina en el Alto de la Negra. Era la primera vez que recorría dicha ruta, no sabía el sol que le esperaba al pasar la mañana.

'Me encanta viajar y conocer el país en mi bicicleta. Específicamente no conocía esta subida. En el camino me encontré con murciélagos y hasta búhos, todo estaba muy oscuro. Pasado el tiempo, el sol comenzó a calentar y eso es un factor fuerte. Lo importante es que todo es por una buena causa, llevo 3.000 metros y espero llegar a la mitad de la meta hasta antes del medio día', comentó en la mañana del viernes.

'Definitivamente estoy preparado para pedalear lo que sea necesario. Esta es una forma de retribuirle al mundo por regalarme un hijo sano. Tiene dos años y es mi inspiración, se llama Nicolás. Quiero que cuando crezca se sienta orgullo de mí. Será una gran persona', finalizó.

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Un boyacense costeño

Su energía hace llamar la atención, pero su acento lo termina delatando. Sergio Sánchez, de Sogamoso, es un boyacense que se siente como pez en el agua en tierras atlanticenses. La costa le encanta, tanto que cuando pisó Barranquilla no dudó en mudarse. El literal 'en Barranquilla me quedo'.

'Todo esto nace por amor al ciclismo. Queremos demostrar con el reto ‘Everesting’ que en la costa hay ciclismo y que también hay montañas. Aprovechamos que lo íbamos a realizar para unirlo a esta bonita labor de buscar recursos para Juan David', relató antes de salir nuevamente para continuar con su recorrido.

Triatleta de corazón, pero ciclista de tradición. Sergio nació con una bicicleta al lado, aunque reconoce que el deporte en general es lo que siempre le ha llamado la atención.

'En Boyacá usted nace y le ponen una bicicleta bajo el brazo. Uno comienza a crear una pasión que solo te hace bajarte cuando no tienes otra opción o cuando la edad ya no te lo permite. Estando en la costa ya quería realizar este reto. Es algo hermoso iniciar a pedalear con una madrugada plagada de estrellas y pasar por un amanecer donde todos los campesinos que van comenzando tus labores te saludan al pasar. Indescriptible', apuntó.

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Reflejo puro

La entrevista con el señor Sergio Sánchez no había terminado cuando llegó Santiago De La Hoz al lugar de abastecimiento. Su andar había comenzado más tarde que el resto –6:00 a.m.-, por tanto tenía que recuperar terreno mientras el grupo general tomaba un respiro.

Entre gestos de dolor y un sudor inagotable corriendo por su cuerpo, frenó delante del grupo y se bajó al instante de su bicicleta. La respiración era fuerte. Tuvo que sentarse al borde de la carretera por unos momentos. El sacrificio es grande.

'Es una subida que practico mucho, pero no deja de ser muy dura. Más que un reto, tome la decisión de venir por una linda causa. No me pienso ir hasta que termine', finalizó el barranquillero que, estando en Bogotá, se enamoró del ciclismo.