El Heraldo
Opinión

Un mundo falso

Vivimos en un mundo de fantasmas y de fábulas donde gobierna todo lo que pueda parecer ser cierto, con eso es suficiente, hay una ausencia de verdad mayúscula que habita en cada uno, nada es reparable si no se hace de manera individual, pues mentir solo va dirigido a otro, uno no se miente a sí mismo, el mentiroso siempre sabe a consciencia sobre sus falsedades. 

Un sondeo reciente que conocí, dice que se comparten 6 veces más las noticias falsas que las reales. La verdad, no me extrañó, pero no dejó de sorprenderme.

La información que podría parecer obvia y poco relevante para algunos, quedó resonando en mi, así que decidí llevarla conmigo a varios lugares, la expuse de manera espontánea con caminantes en la calle, con algunos amigos, con invitados a la mesa, en el preámbulo de un par de entrevistas, con mi familia y en el silencio que rodea todo lo que de alguna manera nos parece triste e inconcebible. 

Conclusión : El mundo del engaño es una realidad. 

Una realidad que proviene de la falsedad, del fraude, de la invención y de la manipulación astuta de hechos o situaciones que son susceptibles de parecer ciertos, lo que enriquece además, la apuesta a la posibilidad de ser todo un malentendido y, mientras pueda serlo, lo veraz y lo falaz se disuelven en la misma copa sin ningún tipo de distinción.  

La morbosidad de ver un sujeto expuesto a un error es casi pornográfica, parece alimentar, por una parte, un deseo insaciable de sentirse redimido ante esa situación y creer qué, como le pasó a otro, el espacio queda cubierto, y por otra, habilita la “dulce” probabilidad de ser  “víctima” con la que casi nadie pelea.

Estructuralmente la creación de noticias falsas se apoya en la idea de romper el vidrio ajeno primero para desviar la atención de las fisuras o los cráteres en los cristales propios. La teoría de la anticipación, propia de las prácticas del bajo mundo de los Gansters, en el que se mata a quien debe, pero en el que quien debe tiene la opción matar primero para no pagar. Con una sutil diferencia, aquí, paga quien no debe.

Pero hay algo mucho más profundo detrás todo. Una matriz casi algoritmia que hace que la mentira consiga mucho más que la verdad. 

La fórmula mágica es que todo sea espectro, pues lo espectral se mimetiza en lo fantástico, lo cobija lo irreal y no está adherido a lo cierto ni a lo incierto, por el contrario, vive en el mundo de “lo posible” o de lo que se puede considerar una interpretación de lo posible. Todo lo que se conciba con ese concepto se relaciona directamente con los algoritmos de reproducción con los que se manipulan las redes sociales: la casa de las mentiras.

Las “bodegas” de reproducción de Fake News, analizan de primera mano esa posibilidad, una vez pasan los filtros, el trabajo lo reproduce la gran mayoría con lujo de detalles, sin darse cuenta. Podría ser visto, de cierta manera, similar a la estructura del lavado de dinero, pero acá se lava el activo principal de un ser humano o individuo, su nombre, su reputación y, la verdad.

Ahora bien, no solo se engaña cuando se emite una comunicación, información u opinión falsa, también cuando se venden “verdades” que no son más que aparentes apreciaciones y de eso, encontramos ejemplos a diario, ríos de personas que hoy se proclaman personalidades, exponiendo en sus vitrinas todo de lo que realmente carecen. Esa, es también una forma de engaño.

Vivimos en un mundo de fantasmas y de fábulas donde gobierna todo lo que pueda parecer ser cierto, con eso es suficiente, hay una ausencia de verdad mayúscula que habita en cada uno, nada es reparable si no se hace de manera individual, pues mentir solo va dirigido a otro, uno no se miente a sí mismo, el mentiroso siempre sabe a consciencia sobre sus falsedades. 

La culpa no es de nadie, es de todos. Si no cambiamos como individuos, poco de verdad tendrá el anhelado cambio como sociedad, siguiremos viviendo en un mundo falso.

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