Aprovechamos la Semana Santa para irnos en plan familiar, conduciendo nuestro carro, hasta Bucaramanga y otras poblaciones del departamento de Santander, y visitar atracciones turísticas en esa montañosa zona de nuestra espectacular Colombia. Y fue tan agradable el viaje que estimé conveniente comentarlo a mis lectores. Salimos un sábado y regresamos el sábado siguiente, tiempo suficiente para un grato recorrido. El plan fue de paseo, con velocidades que permitían apreciar el paisaje y conducir sin estrés, bajándonos cada vez que queríamos descansar y degustar algo de lo que se ofrece en el camino. Salimos de Barranquilla a las 5:30 a.m. y llegamos a Bucaramanga a las 5:30 p.m. por una carretera sin un solo hueco, con tramos muy largos con doble calzada, y otros en los que se encuentra en construcción la segunda calzada.

Bucaramanga es una ciudad muy organizada, con un urbanismo que impacta y una red vial que incluye amplias avenidas, pasos a desnivel, glorietas, obras de infraestructura vial muy complejas, el puente atirantado Bicentenario, de 550 m de largo, de espectacular diseño y construcción, sus calzadas sin huecos, construidas en concreto asfáltico con drenaje pluvial y amplias aceras arborizadas. No en vano es conocida como la ciudad de los parques, porque son muchos, con cuidadas zonas verdes y árboles de espeso follaje. Centenares de elevados edificios de atractivo diseño y decenas en construcción muestran una urbe pujante, en la que se encuentra una variada oferta de restaurantes y centros comerciales de moderno formato con plazas de comidas y bebidas muy atractivas y divertidas.

Conurbada con Bucaramanga está Floridablanca, desde donde se toma el moderno teleférico al eco-parque del Santísimo, una obra de ingeniería para un turismo de primera, con plazoleta y escenario para espectáculos de bailes típicos que se repiten, amenizados con música en vivo, y amplísimas gradas para más de 2.000 asistentes, rodeadas de locales de artesanías, cafeterías y comidas rápidas. Y al fondo la imponente escultura del Santísimo, de 40 metros de altura, con su torre vecina dotada de ascensores para subir a un amplio mirador.

A dos horas y media de Bucaramanga llegamos a San Gil y su parque El Gallineral, bella y dinámica población de calles empinadas que ofrece buenos hoteles y centro comercial de primera. Y a treinta minutos, El Socorro, cargada de historia que puede conocerse en su legendaria Casa de la Cultura, con guía de un profesional que lo mete a uno en la historia de nuestra emancipación. Quien no conozca su Concatedral erigida en Basílica Menor Nuestra Señora del Socorro, construida totalmente en piedra, no puede siquiera imaginar la monumentalidad y belleza de ese templo. Un paseo a Barichara y recorrerlo en carro y a pie es viajar al pasado, a la época de la colonia, porque absolutamente todas sus calles son empedradas, y la totalidad de sus edificaciones, coloniales. Capítulo aparte merece Panachi, con su Parque Acuático y su larguísimo teleférico sobre el imponente Chicamocha, hasta la Mesa de los Santos, con la infraestructura turística más impactante de Colombia. Sin exagerar, de cada 10 carros en esas carreteras, 3 o más mostraban sus placas de Barranquilla, una invasión turística ‘ñera’ que nos dejó a todos gratamente impresionados. Es un paseo que vale la pena.

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