Así como transcurre el vertiginoso mundo del que hacemos parte, en esa misma prisa e inconciencia desarrollamos una comunicación donde sin darnos cuenta un porcentaje importante de nuestros días los vivimos bajo una falacia.
La comunicación humana se ve influenciada como nunca antes por múltiples factores partiendo del apogeo de las redes sociales y el boomerang de noticias falsas, el boom publicitario generando una saturación de la información.
Es ahí en medio de este panorama complejo donde aparecen las medias verdades, que bien podemos definir como una verdad parcial, en la cual basándonos en una verdad se construye una frase engañosa o falsa de alguien o de algo. Se puede expresar un comentario en una frase que como tal sea verdad, pero no encierra toda la verdad.
Hay tres escenarios en que las medias verdades abundan, tales como son las relaciones interpersonales entre parejas y amigos, en los temas asociados al liderazgo político y la publicidad engañosa.
En el primer escenario, las medias verdades pululan en las diferentes etapas de la relación, bien se trate del noviazgo o la convivencia y más aún en el momento de la separación o divorcio, donde de manera sorprendente es notorio en algunos casos el cinismo que busca encubrir sus falencias buscando a través de una media verdad distorsionar la percepción social de su expareja.
En el escenario político, es sorprendente la manera tan vil en que muchos buscan sobresalir o buscar reconocimiento en medio de una historia de eventos que contradicen lo que quieren vender a la ciudadanía, y ni qué decir, cuando se trata de hablar de su opositor, en este caso la omisión selectiva de la verdad se agudiza y se enfoca en insistir en la distorsión que pretende presentar.
Y en las estrategias publicitarias y de mercadeo se exalta el beneficio de un producto, minimizando u omitiendo algunos efectos adversos o composición de los mismos. Siempre me he preguntado que son los excipientes que hacen parte de la composición de muchos medicamentos, en algún momento ubique en el diccionario lo que significaba y encontré que era una sustancia inerte que se mezcla con los medicamentos para darles consistencia, forma, sabor u otras cualidades que faciliten su dosificación y uso. Enseguida me remití a buscar el significado de inerte, y encontré inactivo, incapaz de reacción. El interrogante aumentó y muy seguramente muchos de ustedes podrán tener una respuesta precisa y mas ajustada a la realidad.
En los tres escenarios el tiempo coadyuva a la identificación de la verdad, al reconocimiento de los factores inherentes en cada caso en particular que se asocia a la coherencia entre lo que la persona piensa, habla y hace, aplica aquí decir: no se puede tapar el cielo con las manos. Las obras, frutos y resultados hablan por sí solos.
El desafío que se presenta para todos se centra en el discernimiento de la verdad y la falsedad, cuestionar con criterio lo que se escucha, lee o ve, es inminente administrar la información recibida y de ese modo decidir qué hacer con ella.
El qué hacer con la información implica la responsabilidad de cada uno frente a la misma. Es muy fácil en primera instancia replicarla, extenderla y seguir propagando una información que actúa como virus que busca devorar consciente e inconscientemente a la víctima de la misma.
Si por un lado los medios de comunicación y las diferentes plataformas digitales están llamados a continuar con la promoción de la transparencia y precisión de la información que difunden, por otro lado, los ciudadanos en general podemos trabajar por un presente y futuro donde prevalezca la verdad sobre la falsedad aportando a una mayor cohesión social, minimizando la polarización y conflicto entre diferentes grupos, instituciones y familias.