Pensar en la existencia de un día más triste en el año para todos, independientemente de las características de personalidad o las circunstancias particulares de cada uno, resultaría para la mayoría poco probable. Lo cierto es que desde hace un promedio de dos décadas, con base en la siguiente fórmula tildada de pseudomatemática 1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA, creada por el psicólogo Cliff Arnall, se ha venido haciendo cada vez más popular considerar el tercer lunes de enero como el día más triste del año. A este se le llama también como el Blue Monday o Lunes Azul, considerando que en la psicología de los colores se asocia el color azul con tristeza.

La historia del día más triste del año se remonta a 2005 y, particularmente, a una campaña publicitaria de una agencia de viajes británica llamada Sky Travel, motivado por la necesidad de identificar cuando había una mayor predisposición de los consumidores a reservar vacaciones. Posteriormente ha sido aprovechada para hacer campañas de mercadeo y ventas por muchas marcas y establecimientos.

Cliff Arnall desarrolló dicha fórmula que tomaba en cuenta, entre otros, factores como el clima invernal, las deudas y los compromisos pendientes después de las fiestas navideñas y el tiempo transcurrido desde las festividades de fin de año.

Sin embargo, tanto la fórmula como el concepto en sí mismo han sido motivo de opiniones encontradas y han generado controversia entre colegas del ámbito internacional, quienes han basado sus críticas en la falta de una base científica sólida.

Los problemas de salud mental son serios y en ocasiones complejos, la tristeza, depresión y la ansiedad, por ejemplo, conllevan tratamientos que requieren de apalancamientos psicoterapéuticos y farmacológicos, algunos de usos transitorios y otros de por vida y debemos ser consecuentes al uso de los mismos en uno u otro caso, bajo la vigilancia del profesional especializado, a sabiendas que propenden por mejorar nuestra calidad de vida.

Es por ello, que lo que se ha llamado el día más triste del año, nos debe recordar la importancia de ver el vaso medio lleno y no medio vacío, ser optimistas y tener fe, encaminando nuestras acciones a objetivos a corto, mediano y largo plazo y a aprender a gestionar nuestras emociones negativas, quienes nos rodean a veces no son culpables de lo que nos sucede, y aún si lo fueran, debemos tener presente que somos nosotros los protagonistas de nuestras vidas, los autores de nuestra historia, quienes estamos llamados a asumir cada desafío con determinación, reconociendo nuestros alcances y limitaciones, buscando ayuda cuando sea necesario.

Si bien diciembre es un mes de auto reflexiones, balances y melancolía para muchos, enero por su parte nos muestra el esplendor de un año que en medio de los desafíos que nos pudiera presentar nos quedan 351 de este año bisiesto para escribir nuevas realizaciones, nuevas historias, nuevos recuerdos. ¡Escribe la tuya con conciencia, fe, esperanza!

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