En 1975 el gobierno de Carlos Andrés Pérez propuso un plan para enviar 10 mil estudiantes a las mejores universidades del mundo. Fui testigo de su omnipresencia en Europa durante mi postgrado entre 1977 y 1979. Apenas egresados casi todos regresaban a fortalecer un amplio espectro de las ciencias, la cultura y la tecnocracia venezolana. Pero no hay bien que dure cien años ni revolución que lo resista. El régimen chavista despreció a muchos que terminaron emigrando con una formación que les permitiría sobrevivir en un mundo ancho y ajeno.
Entre ellos se encontraba Ricardo Hausmann, ingeniero y físico de la U. de Cornell, con un doctorado en economía de la misma, que alcanzó a ser ministro del segundo gobierno de Pérez. Engrosó temprano la diáspora venezolana y se convirtió, como tantos otros, en un regalo de Venezuela para el mundo, sin su querer. El cáncer ideológico de Chávez y su metástasis se ensañaron exitosamente en el desmantelamiento de la infraestructura venezolana: energética (apagones masivos sin precedentes), petrolera (PDVSA pasó de 3,2M bpd en 2000 a 0,55 en 2020, la más baja en 80 años), siderúrgica (SIDOR pasó de 4,5M tons en 2007 a cero en 2019), automotriz (de 7 ensambladoras y 172.000 carros en 2.006 a cero en 2018), aluminio (de 620.000 tons en 2006 a 120.000 en 2015); además, arruinando y empujando de regreso a su origen a hijos de italianos, portugueses y españoles que habían hecho florecer la industria y el comercio venezolano durante la segunda mitad del siglo pasado.
Irónicamente, mientras la economía de su país colapsaba Hausmann dedicó su talento a identificar las variables que inducen competitividad y crecimiento económico, como la diversificación y sofisticación de los sectores productivos; y a asesorar una veintena de países en todos los continentes, entre ellos Colombia. En Barranquilla estuvo en 2010 en un evento de la Cámara de Comercio. Al caer el día fuimos a conversar, oír salsa y comer en La Cueva. Realizó para Bancoldex recomendaciones para elevar la complejidad de las exportaciones de Colombia. En la U. de Harvard lidera el Laboratorio de Crecimiento Económico y el Atlas de Complejidad Económica, que sintetiza con una metáfora de colaboración en las ramas más altas de árboles vecinos que logran “hibridar” frutos más complejos y valiosos.
En la próxima columna utilizaremos ese Atlas para comparar las estructuras exportadoras de Australia con Chile y de Nueva Zelandia con Uruguay. ¿Por qué esos países? Ya veremos.
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