La situación de Colombia en general es crítica. La pandemia agudizó los problemas sociales, económicos y políticos del país. Las malas prácticas latentes en la administración pública, política, economía y sociedad, cotidianamente se mostraron a la opinión pública, con incremento en niveles nunca antes vistos, desnudando un fuerte arraigo de la corrupción en la Nación colombiana.

El inusitado aumento de los índices de: narcotráfico, saqueo a las arcas del Estado a todo nivel, inseguridad, hambre, pobreza, corrupción, devaluación del peso e inflación, entre otros, son indicadores claros de la imperiosa necesidad de elegir un Estadista, quien tenga como tarea sacar a Colombia de su estado agónico.

Un Estadista no es cualquier político que se levantó con la idea en la cabeza o le dijeron que podía ser presidente. Winston Churchill, hace claridad de la siguiente manera: “El político se convierte en Estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. La RAE define al Estadista como una “persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”.

Adicionalmente considero que el Estadista, su familia, socios políticos y de empresa y sus amigos, deben estar revestidos de autoridad moral. El Estadista por tener una vida pública y privada, blindada desde lo ético, debe convertirse en un referente social prístino.

Infortunadamente, para Colombia el reciente debate de los candidatos a la presidencia de la República de Colombia, en atención a su bajo nivel propositivo, inaceptables antecedentes éticos, inexcusable falta de conocimiento, inexperiencia de lo público y exhibición en televisión, sin recato, de sus bajas pasiones, obliga a cada colombiano a reflexionar acerca del altísimo valor de su voto, en las elecciones que nos ocupan.

El fanatismo reemplazó vergonzantemente en los “Presidenciables”, la ponderación, conocimiento, autocontrol y serenidad, propios del Estadista que necesita Colombia, abriendo paso a su histeria. Lo decía Churchill “un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”. Lo grave es como irresponsablemente día a día se le está inoculando el fanatismo al electorado.

Sin dudas, parodiando al autor en cita, no son Estadistas que piensan en las próximas generaciones sino políticos pensando en las próximas elecciones. “El problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes".

Muy grave para el ciudadano promedio, observar que ni siquiera en la empresa privada, también profundamente desprestigiada, exista un prospecto de Estadista para elegirlo con un claro mandato ético de reivindicación de las más caras necesidades fundamentales, necesario y útil para el cambio que anhelamos todos sin distingo alguno en el país.

Por qué siempre debemos elegir el “menos”: malo, ladrón, pícaro, preparado, etc.? Colombia merece un destino mejor. Debemos elegir examinando antecedentes personales, legales y laborales. El inicio del cambio está en nuestro voto. Se busca un Estadista para Colombia.

@orlandocaba