Ecopetrol atraviesa una encrucijada. Mientras el mundo energético se transforma aceleradamente, las grandes petroleras ajustan sus estrategias para sobrevivir en un entorno más competitivo, Colombia parece haber congelado su principal activo energético en una narrativa de transición mal entendida. La empresa más importante del país no puede seguir siendo rehén de objetivos políticos coyunturales ni de una doctrina energética que ignore la realidad. Ecopetrol necesita un cambio de rumbo, urgente, y estructural.
El contexto no podría ser más claro. En 2024, las inversiones globales en petróleo y gas alcanzaron los USD 570.000 millones, según la IEA, superando niveles pre-pandemia. ExxonMobil, Chevron y Petrobras aumentaron su producción, apostando por activos de largo plazo. Mientras tanto, Ecopetrol recortó su inversión exploratoria a niveles históricamente bajos: apenas USD 440 millones en 2023, un 42% menos que en 2019. En el Caribe colombiano, la actividad sísmica ha caído un 70% desde 2018, y las rondas exploratorias están estancadas.
Con una producción sin dinamismo los últimos tiempos, sus reservas probadas (1P) han caído de 2.011 millones de barriles equivalentes en 2014 a 1.770 millones en 2023, con una vida útil de 7,1 años. Sin nuevas exploraciones y sin contratos de asignación firmados desde 2021, la sostenibilidad del negocio está en riesgo. En refinación, el margen Ebitda de Ecopetrol cayó de 18% en 2022 a 13% en 2023, mientras que competidores como Petrobras mantienen márgenes superiores al 25%. El torpe monopolio de Ecopetrol sobre la refinación debería acabar.
Las inversiones en transición energética —como ISA o proyectos de hidrógeno—, si bien estratégicas, no están generando retornos comparables. ISA representa hoy el 18% del Ebitda consolidado, pero su rentabilidad por activo (ROA) es del 4,3%, muy inferior al 9,1% de los activos upstream. Ecopetrol debe imponer disciplina de capital de solo invertir en activos que presenten retornos de capital superiores a su negocio existente. En enero de 2021, la acción de Ecopetrol se cotizaba a COP 3.300. Hoy apenas supera los COP 2.800, a pesar del repunte del petróleo. La empresa cotiza a un múltiplo EV/Ebitda de apenas 3,6x, inferior al promedio latinoamericano de 5,2x. Es decir: los inversionistas descuentan un futuro de bajo crecimiento, escasa claridad estratégica y alto riesgo regulatorio.
El giro es posible. Necesitamos que Ecopetrol vuelva a explorar agresivamente y se enfoque en generar caja. Colombia cuenta con al menos 2.400 millones de barriles en recursos contingentes en el Piedemonte y la Costa Caribe, buena parte de esos recursos podría convertirse en reservas en menos de cinco años.
Esto no implica ignorar la transición energética, sino financiarla de forma responsable. La electrificación requiere ingresos, infraestructura y tiempo. Noruega, país líder en descarbonización, produce casi 2 millones de barriles diarios. Su fondo soberano es una lección: no se renuncia al petróleo, se capitaliza bien.
El cambio de rumbo en Ecopetrol no es ideológico, es estratégico. Es hora de que la empresa retome una agenda centrada en exploración, competitividad y sostenibilidad financiera. No hacerlo, sería hipotecar el futuro energético y fiscal de Colombia.
@SimonGaviria