A Alex y a Eduardo en Barranquilla y en el Atlántico los conocemos de sobra, pero más importante aún es que ellos conocen de sobra a Barranquilla y al Atlántico. Conocen el potencial de nuestra ciudad y departamento para explotarlos, pero también sus necesidades para mitigarlas y ojalá suplirlas definitivamente. Saben cuáles obras públicas se están requiriendo y los frentes sociales que requieren mayores impulsos para cerrar brechas entre nosotros mismos y entre nosotros y las regiones del interior más desarrolladas. Pero también sabemos que les tocará administrar durante casi tres de sus cuatro años, con un presidente autócrata y pretencioso, enemigo de quienes no comulguen con sus equivocadas intenciones, como sabemos también la importancia de las transferencias provenientes de un gobierno excesivamente centralista, así que deberán tragarse mil sapos y desplegar las más sofisticadas herramientas para lograr que desde la capital nos cumplan con lo que en justicia nos corresponde. Tarea difícil y desagradable, pero obligada.

No dudamos que ambos escogerán sus equipos de gobierno con el mayor tino, así les corresponda cumplir con algunas promesas previas a las elecciones, porque no solo del alcalde y del gobernador dependerán los éxitos de sus administraciones, sino también de cada uno de sus secretarios de despacho y en general, de todos sus subalternos. Afortunadamente aquí sabemos que ambos mandatarios respetan los buenos proyectos iniciados por sus antecesores y procuran continuarlos, lo cual ha sido parte del éxito de las últimas administraciones, así como el trabajo mancomunado entre alcaldía, gobernación y privados, en fructífera armonía y sin pisarse las mangueras.

Pero es sabido que las finanzas no están muy abultadas, por lo que será indispensable ser muy cuidadosos en las inversiones, sin proyectos superfluos y procurando diseñar estrategias para lograr mucho con poco. Por la anterior razón es que muy respetuosamente hago a ambos las siguientes dos sugerencias: Primero, emplear el sentido común en todas las decisiones, lo cual aquí no es tan usual como se debiera. Segundo, escuchar propuestas de ciudadanos y gremios que puedan aportar buenas ideas, situación que tampoco ha sido muy común por estos lares. Virtud para resaltar en ambos mandatarios es su cercanía al pueblo que los ha escogido. En ese sentido Alex y Eduardo han demostrado ser muy cercanos a sus electores y también a sus contradictores. Ese comportamiento y sus ejecutorias, mantuvo a ambos en los primeros lugares de las encuestas durante sus dos anteriores períodos y esperamos que en el tercero también, por lo que deberemos ser vigilantes de sus administraciones, pero apoyándolos. Con Alex y Eduardo, ¡Barranquilla y el Atlántico a otro nivel!