Vamos al grano: según el Observatorio Europeo Copernicus, julio de 2023 batió ampliamente el récord histórico del mes más caluroso registrado en la Tierra. Y hasta el pasado 02 de agosto, consumimos todos los recursos que el planeta puede renovar en un año, es decir, ese día agotamos los recursos naturales que deberían haber alcanzado para todo 2023.
En un mundo donde las sombras del cambio climático y la degradación ambiental amenazan nuestra existencia, en un planeta en el que las grandes naciones industrializadas luchan con las cargas de la sobreexplotación y el consumismo desenfrenado, América Latina puede emerger como un faro de esperanza y un ejemplo.
Nuestro subdesarrollo, lejos de ser una desventaja, ahora es una oportunidad. Es precisamente esta situación la que nos brinda la oportunidad de trazar un nuevo camino que aprenda de los errores de otras regiones.
Nuestra historia de superación y perseverancia es nuestra base y ahora, como una joya en bruto, tenemos la oportunidad de convertirnos en la ”Tierra Prometida”.
En la actualidad, nuestra región representa aproximadamente sólo el 8 % de las emisiones globales de CO2, una cifra sustancialmente menor en comparación con las regiones más industrializadas. Además, Latinoamérica alberga un tercio de los bosques tropicales del planeta, actuando como un poderoso sumidero de carbono [2].
Somos líderes en la generación de energía renovable con un crecimiento del 67 % en capacidad solar y eólica en los últimos años [3] y, sobre todo, tenemos en el jardín de nuestra casa uno de los pulmones más importantes de la Tierra, el Amazonas.
Sin embargo, no podemos permitirnos descansar en estas estadísticas. Sabemos que los efectos del cambio climático no conocen fronteras y afectan a todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo.
Automáticamente pensamos que los gobiernos y las empresas deben cumplir un papel vital en la toma de decisiones y la implementación de políticas que promuevan la sostenibilidad, sin embargo, quiero enfocarme en un componente fundamental: el poder de las personas. Nosotros podemos tener un rol protagónico en este cambio, las voces unificadas de las masas han demostrado influencia en transformaciones significativas en los últimos años; cada acción cuenta.
Si América Latina demuestra que es posible lograr un crecimiento sostenible y equitativo, podría inspirar a otras regiones a seguir un camino similar, lo que tendría un efecto multiplicador en todo el mundo.
La oportunidad está en nuestras manos: ¿Cambiaremos por decisión o por desastre?
*Director Sostenibilidad de Rappi Hispanoamérica