Por estos días escribo El Man Está Vivo, el oracional que tanto bien le hace a quienes lo leen como un provocador de oración y entrenamiento espiritual. Escribo cada reflexión bajo algunos esquemas que estructuro. En esta edición, reflexiono sobre los personajes anónimos del Nuevo Testamento, buscando qué me enseñan ellos con sus palabras y acciones. Tengo la impresión de que los autores de los evangelios no les dan nombre porque encarnan a los seres humanos de todos los tiempos. Es más, creo que al leerlos, tendríamos que pensar si nosotros somos, decimos y hacemos lo que allí se plantea. Identificarnos con uno de esos personajes y meternos en el texto, puede ayudarnos a comprenderlo y actualizar su mensaje.

En este momento me detengo en la mujer que echa dos moneditas en el tesoro del templo (Marcos 12,41-44; Lucas 21,1-4). La caracterizan como una viuda. Habitualmente, en el contexto bíblico, la viuda es una de las figuras más vulnerables de la sociedad. Al perder al esposo, perdía también la seguridad económica y social, quedando expuesta a la pobreza y a la marginación. Constantemente en la Biblia se repite el llamado a cuidar de las viudas, junto con los huérfanos y los extranjeros (Deuteronomio 10,18; Isaías 1,17). La viudez significaba estar en la frontera de la desprotección, y al mismo tiempo ser sujeto privilegiado de la compasión y la justicia divina.

La del relato, que es anónima, da todo lo que tiene. Sí, una desprotegida que lo entrega todo. Normalmente los predicadores, al comentar este texto, se centran en la generosidad y disposición de la mujer e invitan a los que los escuchan a que hagan lo mismo y den sus ofrendas y diezmos. A mí la verdad el texto me hace pensar en la confianza que esa mujer experimenta para desprenderse de todo su sustento vital, como dice Jesús. Sabe que Dios no la va a abandonar, que no la va a defraudar. No creo que ella simplemente esté cumpliendo una norma, sino que está abandonándose en Dios. Estoy seguro de que si todos viviéramos con esa confianza, tendríamos menos trastornos emocionales.

Esa confianza no es desconocimiento de su condición. Ella sabe que es vulnerable, como tú y como yo, que siempre estamos expuestos emocionalmente, vivimos en constante riesgo de perderlo todo y no sabemos qué trae el minuto que llega. Su actitud nace de la relación que tiene con Dios, sabe que es importante para el que todo lo creó, que es amada y que Él no abandona a los suyos. Estoy seguro que tú necesitas confiar más. Es la única manera de estar más calmado, más seguro, menos ansioso y de construir con firmeza la vida.

@Plinero