El país se encuentra en un proceso anticipado de campaña electoral, enfocado principalmente en quién será el próximo o la próxima presidente. Como es habitual, la atención mediática y de la opinión pública está centrada en la presidencia y, en notable menor medida, en las elecciones al Congreso. Sin embargo, con la amplia agenda de reformas que ha impulsado este gobierno, y los retos que ha supuesto en el ejercicio del control político, se ha hecho evidente la importancia del Congreso de la República, escenario donde -para bien o para mal- se toman las decisiones más determinantes para el futuro y el desarrollo del país.

De cara a las próximas elecciones al Congreso deben abordarse dos asuntos fundamentales. En primer lugar, que los partidos políticos asuman la conformación de las listas con la seriedad que estos procesos ameritan, incluyendo liderazgos coherentes, responsables, con una agenda clara para el país y una visión de desarrollo. En segundo lugar, que los electores hagan un ejercicio juicioso, tanto previo como en el momento de votar, para elegir representantes que reflejen los intereses reales de sus territorios y comunidades, y que lleguen al Congreso a ejercer una verdadera representación, así como un control político responsable y ajustado a las necesidades del país.

En ambos aspectos, resulta imprescindible incorporar un enfoque de género. En la conformación de listas, es fundamental promover la inclusión de mujeres líderes de todas las regiones, con visiones innovadoras y liderazgos constructivos que fortalezcan la democracia y amplíen su participación en el Congreso. Hoy, por cada 100 hombres en el Congreso, hay apenas 41 mujeres, lo que representa solo el 29% de su composición total. Por otra parte, es igual o incluso más relevante que las mujeres votemos de manera masiva, consciente e independiente: tenemos el poder de ser mayoría en el censo electoral.

En este contexto, quiero destacar la iniciativa Mujeres por la Democracia, una organización colombiana que busca ampliar la participación femenina en la política, generando espacios para líderes nuevas y consolidadas, y ampliando el espectro de la conversación política para las colombianas. Ojalá muchas se unan a esta propuesta, con nuevas ideas y con la intención de sumar cada vez más voces de mujeres al debate nacional, en un diálogo amplio y diverso que impulse la acción política entre y para las mujeres.

Aunque hemos ganado espacios y un terreno político significativo en la última década, persisten desafíos estructurales que deben ser superados. Para lograrlo, necesitamos un trabajo firme, consistente y colectivo, porque en la historia de las mujeres en lo público queda claro que ninguno de los logros cosechados han sido un obsequio del sistema político o electoral.

@tatidangond