He intentado comenzar éstas palabras muchas veces, pero siempre termino borrándolas, porque siento que me estoy quedando corta para describir lo que pienso de ti, lo que pienso de lo que has logrado, lo que pienso de la mujer que eres y de la Reina que hemos tenido el placer de tener.

Sé que siempre dices que duraste la vida entera preparándote para la posibilidad de llegar a cumplir tu sueño. Que cada decisión que tomabas, la hacías pensando en alcanzarlo. Que trabajaste incansablemente por ello, que jamás dejaste que los ‘no’ te hicieran desfallecer y que tu meta siempre fue la de ‘intentarlo todo para llegar a tener esa corona, así el resultado final se quedara en intentos’. Pero yo creo, hoy más que nunca, que tú Isabella, naciste para esto.

He tenido el placer de estar a tu lado desde el día uno, y por eso puedo decir sin tapujos: nunca mis ojos habían visto una Reina merecerse tanto serlo. Y no lo digo porque sabes lo que te amo, sino porque es la verdad. Tu sonrisa que no se apaga, tu manera de ser que contagia, tu sencillez, tu dulzura, tu espontaneidad, tu forma de bailar y tu talento inigualable para transmitir tanto, te han hecho una Reina imposible de olvidar.

Y es que la verdad, eres un referente de lo que una soberana debe ser. Eres el ejemplo de lo que significa: ‘ganarse el título’. Porque el cariño de la gente no se compra, ni con todo el oro del mundo, ni con los vestidos más costosos, ni con las piedras y plumas más exóticas. No, el corazón de la gente se gana como tú lo hiciste. Siendo genuina.

Creo que te lo he dicho tantas veces que ya parezco un disco rayado, pero cada vez que te veo, no puedo dejar de sentir orgullo. Has hecho que toda tu familia, incluyendo a quienes hacemos parte de la extendida, nos sintamos profundamente orgullosos de ti.

Lastimosamente, todo lo bueno llega a su fin. Tal vez por esa razón escribo esto con los ojos aguados, porque a pesar de estar inmensamente feliz del Carnaval que has hecho, también me invade un sentimiento que reconozco, uno que también me tocó vivirlo a mí. Ojalá el tiempo se detuviera para que nunca dejes de sonreír como estoy segura que lo harás en éstos cuatro días que vienen por delante.

Así que mi Reina, ahora solo goza. Goza como nunca. Goza como lo sabes. Goza como te lo mereces. Y no olvides saborear cada instante que queda, y almacenarlos como un tesoro en tu memoria. Para así, poder revivirlos siempre que puedas.

¡Qué viva la Reina Isabella! ¡Qué viva esta Reina para la historia!