Ni el Partido Popular ni el PSOE lograron mayorías absolutas. La del domingo, fue una noche extraña tanto para Pedro Sánchez como para Núñez Feijóo. Ambos con el deseo de posar de ganadores, pero los dos sabiendo que no lograron un apoyo contundente. El gallego sacó muchos más votos, sí, pero guste o no, eso puede ser meramente anecdótico. Para bien y para mal, la Presidencia del Gobierno español se la queda quien pueda sumar más diputados para que le respalden, y eso hoy está lejos de las manos de los del PP.
El Sanchismo ha aguantado, no es una noticia que me encanta, pero es una realidad. El hombre famoso por sobrevivir tempestades políticas lo ha hecho una vez más. Y con esto no pretendo sumarme a la narrativa de: “A Pedro no le gana nadie, Pedro siempre se sale con la suya”. Porque no es cierto, el Partido Popular lo barrió en la jornada electoral, lo que pasa es que no arrasó con sus aliados. Ese detalle, lo deja vivo. Aún con posibilidades de seguir en La Moncloa.
Los analistas políticos, que a veces nos apresuramos, con la debacle de Podemos y Ciudadanos, medianamente asumíamos que el bipartidismo previo a la irrupción de los dos movimientos que menciono, reviviría. Pero nada más alejado de la realidad según los resultados dominicales. Ni a los rojos ni a los azules les alcanza solos. El que quiera la Presidencia del Gobierno deberá pactar. De hecho, las posibilidades para el mismo Pedro Sánchez recaen en su posible alianza con los independentistas (a la hora que escribo esta columna aún eso no ha sido finiquitado, pero pareciera es lo que va suceder).
Feijóo casi todopoderoso en Galicia no ha podido extender sus probabilidades electorales al resto de España. Es el presidente del PP, nadie duda de sus habilidades en materia de filigrana electoral, están comprobadas en la comunidad autonómica para la que trabajó. El problema es que no se ha convertido en un fenómeno nacional; La carta más visible que tienen es con Isabel Díaz Ayusso en Madrid. Es por eso que, tras la extraña victoria numérica, en la calle Génova (esquina donde quedan las oficinas más importantes del partido), se escuchaban canticos que coreaban a viva voz el apellido de la hoy presidenta madrileña. No es un secreto, ella sí hubiese acabado con Sánchez. Pero es ya llorar sobre mojado.
A Sánchez toca reconocerle que su estrategia de convocar las elecciones tan pronto, le funcionó. Es ese sobreviviente que dicen que es. Lo que pasa es que está a punto de pactar con quienes han querido romper a España. Es ahí donde su supuesto triunfo se diluye y mucho. Dudo que el PSOE de Felipe Gonzáles hubiese jugado a eso.