Para los indecisos
A propósito del carácter desabrochado de Hernández, “tanta sencillez”, que a una linajuda columnista le pareció “poco apropiada” para un presidente, por el contrario, es atributo de la estética, que contrasta con el boato presidencial al que venimos acostumbrados. Quizás no queremos más “excelentísimos”, sino gobernantes parecidos al pueblo que gobiernan.
Mi voto está cantado, pero hoy intento convencer a quienes aún no distinguen la verdad de la mentira que atiborra las redes, para decidir frente a una disyuntiva sin antecedentes: democracia y libertad con Hernández; socialismo y dictadura con Petro. Por ello, más allá del voto “antiPetro”, hoy destaco los valores que encuentro en quién será el próximo presidente.
Primero, gobernar “con lógica”. Hernández es ingeniero civil, como yo, una profesión en que las decisiones no se toman por impulso, sino a partir de planos y cálculos; de sentido común, de planeación, economía y calidad. El ingeniero Hernández es tomador de decisiones informadas, porque las malas son costosas y las buenas afortunadas, como lo demuestra su éxito empresarial.
Segundo, gobernar “con ética”, más que compromiso de campaña es un deber, aunque siempre se quede en discurso, pues al gobernante no le alcanzan la burocracia y el presupuesto para pagar los compromisos del candidato.
En la campaña se sabe cómo será el gobierno. Tras una limpia y austera, Hernández llegará a la presidencia con las manos libres, para armar un equipo de competentes y no de recomendados. En cambio, Petro quedará en el camino, por una campaña convertida en cloaca que recogió lo peor de la clase política y cayó en bajezas que escandalizaron al país. Igual, con su bulto de compromisos, un gobierno suyo no sería “más de lo mismo”, sino mucho peor.
Y tercero, gobernar “con estética”, aunque parezca superfluo y opuesto al carácter desabrochado de Rodolfo, se refiere al equilibrio y el orden, componentes de la belleza. El equilibrio es estabilidad y lo opuesto al extremismo que mata a nuestra sociedad. El orden es condición de un buen administrador y es austeridad, mientras en el desorden crecen el despilfarro y la corrupción.
A propósito del carácter desabrochado de Hernández, “tanta sencillez”, que a una linajuda columnista le pareció “poco apropiada” para un presidente, por el contrario, es atributo de la estética, que contrasta con el boato presidencial al que venimos acostumbrados. Quizás no queremos más “excelentísimos”, sino gobernantes parecidos al pueblo que gobiernan.
Un gobierno “lógico, ético y estético”. Esa es mi elección.
N.B. Mi anterior columna se tituló Peor imposible, pero no lo era. En ocho días, la hija de Petro amenazó al país, la esposa trató de… a las periodistas, con su hijo y el mismo Petro; un periodista de El Espectador cayó muy bajo, y aunque se disculpó, como la señora Alcocer, lo escrito, escrito está, así se “despublique”, mientras Guillermo Cano, el mártir, se revuelve en su tumba. Y lo que faltaba, a Petro le suena ¡revivir el M-19!
@jflafaurie
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