Hace unos días, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, anunció el crítico déficit financiero con el que el gobierno anterior dejó el programa ‘Ser Pilo Paga’. Este programa de fomento al acceso a la educación superior alcanzó a beneficiar, durante sus cuatro años, con créditos condonables para estudios superiores a un poco más de 36.000 jóvenes a quienes el nuevo gobierno les garantiza su financiación.

Este pronunciamiento preocupa tanto a los potenciales pilos como a los rectores de colegios que valoran este programa como motor para promover los hábitos y compromisos de estudio de los hijos de familias de bajos ingresos. Tal es el caso de Jorge Torres, rector del Colegio Metropolitano de Soledad, que ha sobresalido por sus buenos resultados académicos, quien lo calificó como un “zarpazo” a los muchachos que se preparan con ahínco para acceder a una educación superior de calidad.

El Gobierno advirtió que el programa tiene un desfinanciamiento de dos billones de pesos, por lo que busca opciones para su reestructuración. Igualmente expresa que la financiación no puede seguir siendo asumida exclusivamente por el Estado, como hasta ahora, sino que deben incluirse nuevos actores que apoyen esta loable política pública, como el sector privado, las Instituciones de Educación Superior (IES), entes territoriales, etc.

La ministra de Educación ha hablado de una “corresponsabilidad de las universidades de alta calidad” y, en efecto, una vía para el sostenimiento de los pilos puede ser que los valores de las matrículas sean fijados bajo unas consideraciones especiales y cuenten con el apoyo económico de las IES acreditadas; además, lograr que el acceso a las universidades públicas y privadas sea equitativo.

Los rectores de las universidades también se pronunciaron, como el de la Universidad de la Costa, Tito Crissien, quien en medios de comunicación manifestó que la desfinanciación obedeció a que no hubo topes al monto de las matrículas que reconocía el programa a las universidades donde accedían los estudiantes.

No hay duda de la pertinencia de promover políticas públicas que permitan que cada vez más bachilleres de baja condición socioeconómica tengan acceso a educación de calidad, sobre todo en este país de gran inequidad social. Si bien tenemos una tasa de cobertura de educación superior, a 2017, del 52,8%, frente al 23,7% que teníamos en 2002, continúa una gran desigualdad entre los jóvenes de los quintiles de más bajos ingresos en comparación con los de altos ingresos, ya que su acceso es cuatro veces menor.

Esta importante brecha solo se supera con oportunidades especiales para los bachilleres de menos recursos; por esto programas como ‘Acces’ y ‘Ser Pilo Paga’ focalizan su objetivo en ellos. Confiamos en que la nueva versión de ‘Ser Pilo Paga’, a través de la corresponsabilidad, siga promoviendo las oportunidades de estudios para quienes sin este apoyo estarían condenados a la frustración de sus sueños y a vivir en la pobreza el resto de sus vidas.