Ser emprendedor en esta época requiere de mucho ingenio, audacia, pasión y persistencia, pero probablemente se requiera el triple de esos ingredientes para mantener de manera exitosa un proyecto empresarial nacido a mediados del siglo pasado, cuyo quehacer ha ido cambiando y modernizándose a una altísima velocidad.
Es el caso de las artes gráficas, que pasaron de los linotipos y las impresoras mecánicas a la más avanzada tecnología electrónica que cambió radicalmente los procesos, los costos y la calidad de la producción. Por ello, el hecho de que una empresa dedicada a prestar estos servicios alcance 80 años de existencia no solo es audaz, sino una prueba de templanza y ejemplo de perseverancia y creatividad.
Me refiero a la Editorial Mejoras, creada en 1939 por Rafael Salcedo Villarreal, hijo del prestante líder cívico Tomás Surí Salcedo. Su idea inicial se dirigía a producir la revista de la Sociedad de Mejoras Públicas, pero se adentró en el negocio de las artes gráficas. Esta empresa familiar se ha sabido sostener frente a los fuertes vientos tecnológicos, a las crisis económicas y al crecimiento acelerado de la competencia de los libros y revistas digitales. Además, es importante resaltar su lucha por la edición de libros en nuestra querida Barranquilla, poco proclive a la lectura, cuyo promedio de libros leídos por persona es de 4,3 por año, mientras que el de las 32 ciudades capitales es de 5,8. Por esto ocupa el puesto 23, según la Encuesta Nacional de Lectura 2017.
El secreto de su éxito ha sido, literalmente, reinventarse. Su gerente actual, Rafael Salcedo Vengoechea, lleva 50 años a su cargo, con el apoyo decidido de sus hermanos. Además de responsable administrador es un gran innovador, y ya tiene dos inventos patentados.
El primero surgió por la ‘presión’ de uno de sus más apreciados amigos, el fundador de la Universidad Simón Bolívar, José Consuegra Higgins, que le pidió imprimir la revista Desarrollo Indoamericano, con un tiraje de 12.000 ejemplares y un libro anexo. Ante la inquietud de Salcedo por carecer de las condiciones tecnológicas para satisfacer en el tiempo exigido la petición, mi padre le requirió con afecto y gracia: “Si yo le pido a un supermercado que me vendan 12.000 huevos no me van a decir que no pueden, me van a dar un abrazo”.
Ante esta frase retadora, la capacidad creadora de Rafa salió a relucir e ideó un método que le permitió imprimir esa cantidad de revistas en el tiempo requerido, sin fraccionar previamente los pliegos de papel. Su invento, ‘Método simplificado de recogida de un libro’, le valió su primera patente en 2007. El otro invento corresponde a una idea para evitar que los libros se deterioren en el proceso de perfilamiento. Y no ha parado de crear pues, a sus 79 años, Salcedo tramita ante la Superintendencia de Industria y Comercio su tercera patente de invención que le permitirá seguir cumpliéndole a las universidades del Caribe la loable tarea de imprimir sus libros y revistas, y poder, así, seguir llevándole el conocimiento a todos los costeños.