Guardemos las proporciones. Sin pretender hacer la tarea de expertos epidemiólogos, el Coronovirus actual pasará como una gripa mala en el 80% de los casos, muchos de esos ni sabrán que tuvieron la enfermedad. El 20% tendrá que buscar de Dios o del médico o de alguien, porque sentirá lo que coloquialmente llamamos “una mala enfermedad”. Solo en el 2% de los casos, de acuerdo a su comportamiento, será mortal. Su letalidad no dependerá solo del azar, sino del cuerpo del enfermo, pues actuará con mayor contundencia en las personas de edad avanzada, en las que tienen otras importantes enfermedades de base o en las personas inmonusuprimidas.
Si uno sigue las noticias del espectáculo mediático que se ha armado -justo o no- de este Coronavirus, empezaremos a sentir una vez más que este sí es el fin del mundo. Hace unos meses era la Tercera Guerra Mundial, ya antes fue un meteorito, el H1N1, el ébola, y el 21 de diciembre de 2012 fueron las profecias mayas.
Cada quién podrá elegir las formas de sus miedos y las representaciones de su apocalipsis, pero el mundo se está acabando a su ritmo y lamentablemente es un ritmo desigual. Esta semana se le acabó a un niño de seis años en un hospital de Valledupar. El Instituto Nacional de Salud confirmó que la causa de la muerte fue dengue. Dengue, no Coronavirus. Según reportan las noticias, el diagnóstico no se hizo a tiempo. Antes de morir había sido atendido dos veces en servicios de salud y lo mandaron de vuelta a casa donde finalmente se agravó y volvió al hospital cuando ya era demasiado tarde para salvarle la vida.
El dengue se ha propagado en distintas zonas del país, especialmente en los pueblos que están a una altura menor de 2.200 metros sobre el nivel del mar. En el Caribe hemos aprendido a convivir con el mosquito, a lidiarlo apenas, sin tener muy claro cuál será el que nos transmitirá la enfermedad. En estos tiempos decimos que la brisa se lo lleva, pero cuando se detiene la brisa y el calor cocina las lluvias, el mosquito es una plaga insoportable. El Boletín Epidemiológico Semanal del Instituto Nacional de Salud correspondiente a la semana del 23 al 29 de febrero notificó 3.300 casos probables de dengue en el país y tanto Barranquilla como Valledupar se encuentran entre las ciudades con registros más altos. Durante 2020 se han notificado 57 muertes probables por dengue, pues algunos diagnósticos alcanzan a conocerse mucho después que las personas mueren. El boletín es claro en ubicar al país en una situación de epidemia de dengue.
Hay que decirlo, la mortalidad por dengue no ocurre solo por el mosquito, sino por una mezcla de pueblos empobrecidos y un sistema de salud desangrado por la corrupción. Esto no se nos puede olvidar ahora que sabemos que el Coronavirus llegó a Colombia. Que no llegue para tender una cortina de humo sobre lo fundamental. Las conversaciones de Alias Ñeñe estuvieron perdidas en Fiscalía casi dos años, que no nos sigan distrayendo. Lo que nos ha matado a los colombianos es otra cosa.
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