Asistir a los eventos de ProBarranquilla es actividad obligada para quienes desean conocer nuevas propuestas sobre el desarrollo de la ciudad. La semana pasada, ExpoProBarranquilla nuevamente nos invitó a soñar sobre una ciudad mejor que la actual, ya no sólo basada en sus ventajas de localización, siempre repetidas hasta el cansancio, sino en el tema clave de desarrollar su grado de conectividad con la región Caribe, el país y el mundo tanto en el plano físico y económico, como en el nuevo eje de la economía del conocimiento y la conexión digital. La verdad es que el tema de las “Ciudades Inteligentes” es clave para el desarrollo futuro, pues actualmente estamos lejos de reunir estos requisitos. A pesar de que la Gerencia de Ciudad nos informó que el 96% de sus ciudadanos tienen teléfonos móviles, apenas el 56% de los hogares disfrutan del servicio de internet. Ser ciudad inteligente es algo mucho mas profundo: No sólo tener una estructura de conectividad de fibra óptica y buen internet, sino que se debe garantizar un desarrollo productivo poderoso y lo que es más importante un desarrollo institucional elevado, caracterizado por alta participación ciudadana, gobierno transparente, contratación clara y democrática, combinada con presupuestos elaborados en forma participativa. En un ensayo que publiqué en la Revista Problemas del Desarrollo de México, abrí la discusión sobre si ello era mito o realidad para el Caribe colombiano. La buena noticia es que la ciudad de Barranquilla es la que mas posibilidades tiene en el Caribe, pero debe trabajar mucho en temas que tienen que ver con la gobernanza de la misma. De eso hoy tenemos muy poco dada la hegemonía que hoy sufrimos. La participación ciudadana sólo llega en Barranquilla al 18%, nivel muy bajo. Además, si a ello le sumamos todavía su alta tasa de homicidios del 25.7 por cien mil habitantes, su condición de gran lugar para vivir queda sólo reducido para la minoría que vive en el norte de la ciudad. Tasas de desempleo bajas, pero combinadas con una informalidad del 55% no es todavía un logro sostenible. De ahí que estos ejercicios de ver lo mucho que nos falta y hacia donde debemos apuntar, son válidos. El temas de las economías creativas puede ayudar y el impulso a los distritos culturales debe concretarse en proyectos concretos y bien financiados que trasciendan las fotos en los periódicos. Terminar el museo del Carnaval es maravilloso, así como la fábrica de cultura, pero debe tenerse claro que los ladrillos apenas son parte de la historia. Detrás de todo ello debe garantizarse un buen crecimiento industrial que la ciudad no debe perder, hoy amenazado por la globalización y el cierre de empresas. Lamentablemente la Secretaría de Desarrollo de la ciudad es una dependencia débil sin recursos, que debería estar proyectando un centro poderoso de identificación de proyectos. ProBarranquilla hace la promoció, pero hay que pensar la ciudad en esa dirección, combinando con un fuerte desarrollo en el sector de servicios modernos. Hacer obras de infraestructura es necesario, pero deben mantenerse, algo que entristece si hoy camina uno el Paseo de Bolívar y las ruinas de lo que fue la Avenida del Río en la Loma. Mazzanti nos invitó a otra arquitectura, flexible, modular e incluyente. Jean Luca Galletto de Global Futures nos motivó a pensar en cambio climático, equidad y democracia. ¿Nos le medimos a esto?
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