Debemos insistir una vez más en la necesidad de permanecer en virtualidad dentro de la rama judicial y en todas sus vertientes, laboral, civil, familiar, administrativo y por supuesto penal, no solo por la situación que vive el país aún en materia de salud con las UCI absolutamente llenas, cifras de fallecidos más alta desde el inicio de la pandemia, a pesar de la vacunación a buen ritmo, sino también por las ventajas de la virtualidad.

Abogados litigantes, jueces y defensores públicos han fallecido por la pandemia, volver a la presencialidad nos pondría en un riesgo injustificado y solo sería responsabilidad de quien dé la orden de hacerlo, bien sea un ministerio o en Consejo de la Judicatura.

Las condiciones de sanidad o bioseguridad no se pueden garantizar en ninguna parte fuera de los tribunales o de las altas cortes, quienes hemos tenido la fortuna de litigar en varias partes de Colombia sabemos de las salas de audiencia reducidas en Popayán, de los sótanos húmedos y pequeños en la ciudad de Cartagena, las salas de juzgados de pequeños municipios como Chocontá, Soledad e Ipiales y de lo estrecho que es estar en audiencia en Leticia sumado a que la luz se va permanentemente, interrumpiendo la diligencia y el aire acondicionado con pocas ventanas para ventilar.

La mayoría de salas no cumplirían la distancia social, la ventilación necesaria y ni hablemos del otro gran problema, la absoluta ausencia de baños para los abogados litigantes, procesados o apoderados de víctimas en la mayoría de juzgados o fiscalías del país.

El centro de mayor importancia judicial de Colombia, que es Paloquemao en Bogotá, no cuenta con instalaciones para el aseo o necesidades básicas de quienes no sean funcionarios, toca bajar al primer piso, a pie por escaleras, ya que el ascensor es solo para personas con discapacidad, hay un solo baño en el centro judicial que alberga el mayor número de juzgados en el país, y ese baño no cuenta con papel higiénico, ni jabón, ni toallas de papel o un buen secador para la buena higiene y el autocuidado.

Entonces por el tema de salud y bioseguridad, mandarnos a la presencialidad es mandarnos a una enfermedad segura y un riesgo innecesario, más allá del permitido sobre nuestra salud.

Pero además es que la virtualidad ha tenido sus ventajas por encima de las desventajas, las audiencias se aplazan menos, las personas cuentan con información y traslado de documentos de manera rápida y eficaz, cada juez tiene su “propia” sala de audiencia.

Se debe aumentar el número de conciliaciones en diferentes ramas por esta vía, son muy pocas las audiencias que no funcionan bien en la virtualidad, para mí solo la que involucra la recepción de los testimonios en cualquier rama del derecho, lo demás se puede seguir haciendo virtualmente ahorrando costos inmensos como tiquetes y viáticos de funcionarios a audiencias fuera de su sede y lo mismo para abogados y clientes, mayor número de procesos adelantados y, por ende disminuirá los acumulados en poco tiempo.

Los derechos de los abogados litigantes son sagrados, reitero me ha costado mucho defenderlos públicamente, pero ese costo estoy dispuesto a seguirlo pagando y espero que mi ejemplo y el de otros muchos ahora y antes sea entendido y valorado por quienes lo hago, para los litigantes.

Me niego a volver a la presencialidad por mi salud, por la de ustedes y, además, por la cantidad de soluciones que trae la virtualidad a muchos de los problemas de base que tiene nuestra justicia.

Unidos somos más, #UnidosOJodidos.