Sergio Ocampo, según me han contado, es un periodista que por ejemplo trabajó como editor político del diario bogotano El Tiempo.
Recientemente, Ocampo se vino lanza en ristre contra Vicky Dávila con un trino que publicó en su cuenta de Twitter: “Esto si ya es el colmo absoluto, que alguien se presente a la justicia cuando es requerido es un gesto de valentía. Ahora debemos agradecerle a Uribe porque no se voló. Yo fui profesor de Vicky Dávila y algo malo tuve que haber hecho para generar este tipo de periodista”.
Qué equivocado Ocampo, a quien por fortuna no conozco. Sea lo primero decir que no siempre los profesores hacen a sus alumnos, como es el caso de Ocampo con Vicky.
Tiene uno que ser muy soberbio para cobrar que fue el maestro de alguien por el hecho de haberle dictado unas clases –en una fría mañana javeriana– a un grupo de muchachos en una de las carreras más relativas del mundo: el periodismo.
Me cuentan, asimismo, que el maestro de maestros en la facultad de Comunicación Social de la Javeriana ha sido el profesor Jorge Cardona, editor general de El Espectador.
A Jorge lo conozco hace unos 15 por dos razones: que El Espectador siempre ha sido y es el periódico de mi casa, y que algunos reporteros de ese diario han sido amigos de mi oficina (desde los tiempos de mi padre). Estoy seguro de que Jorge jamás ha dicho ni dirá que es el maestro de alguien por haberle dictado unas clases o una charla.
Señor Ocampo: la mayoría de profesionales se abren paso en la vida sin tener en cuenta lo que les enseñaron sus profesores. O si no míreme a mí: soy abogado externadista y créame que tuve maestros a los que les aprendí montones. Tuve otros, en cambio, de cuyos nombres no quiero acordarme. ¿O ahora me va a decir que todos sus alumnos viven honrados de que su excelencia les dicte cátedra?
La envidia es cosa seria. Algunas veces he estado en desacuerdo con posturas asumidas por Vicky, pero nadie puede desconocer que es una periodista exitosa. Es más, ella puede pregonar que está donde está porque nunca puso en práctica lo poco que Ocampo dice haberle enseñado.
Y de cosas mal hechas ni hablemos, señor Ocampo. ¿O ahora su señoría me va a decir que cuando anduvo por El Tiempo siempre fue independiente, que nunca le colgaron una noticia y que jamás recibió presiones de sus jefes (como Juan Manuel y Enrique Santos)?
En cambio, Sergio Ocampo, yo sí le puedo hablar de cosas que poco bien le hacen a su profesión (advierto: no soy periodista). Cómo queda su independencia con esto que publicó el 10 de octubre: “Próximo trino del Tino Asprilla para respaldar a Uribe: ‘Hay que apoyar a ese eximio prohombre de tan dilatadas cualidades morales y de pletórica bonhomía que hoy está siendo acosado por la estulticia de la izquierda y por una pútrida justicia”.
Aquí entre nos, hombre Ocampo, qué tal si usted mañana regresa a la reportería y le toca redactar noticias sobre el expresidente Uribe o el “Tino” Asprilla. Doy por descontado que un hombre que dicta clases de moral debe aplicarlas. Me explico: Ocampo les diría de inmediato a sus jefes: me declaro impedido para pronunciarme (periodísticamente) sobre estas dos personas porque las ofendí públicamente.
En síntesis, “maestro” Ocampo, se le fueron las luces cuando descalificó a Vicky. ¿La atacó por el hecho de ser mujer? Ella dijo que usted “es un misógino empedernido”.
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