El vallenato es un ritmo musical que, social e históricamente, ha sido asignado a roles masculinos, lo cual, ha exigido a las valientes mujeres que lo interpretan el mayor de los esfuerzos y la más contundente perseverancia.

Es de aclarar que las mujeres en el vallenato no son solo musas, sino protagonistas; ellas no quieren nada regalado, solo piden que se desarraiguen paradigmas patriarcales no sirvan de obstáculo, para que el Son, el Paseo, la Puya y el Merengue se puedan escuchar en las voces y exquisita interpretación femenina.

El vallenato no es macho ni hembra, es una herramienta para el tejido social, para mitigar diferencias, generar hermandades, conquistar y conectar el pasado con el presente y futuro, mediante historias que surgen de vivencias que involucran de manera expedita el sentir de los y las poetas que componen canciones que estremecen nuestra alma al son de acordeones y guitarras.

De esta manera, el vallenato no es una pelea de gallera donde gana el gallo más dominante; sino que es el arte reparador ante el dolor y la inspiración ante la tristeza; y la mujer es una gran embajadora de esta misión, con su femineidad, inteligencia y carácter.

Una de las grandes mujeres en la música, es la maestra Rita Fernández quien es mentora de procesos de inclusión de la mujer en el vallenato, con la altura y exquisitez propia de una poeta innata, que se atrevió a dejar su huella en una época donde la apertura para las mujeres no era un tema tan visibilizado como en la actualidad. Es la compositora del himno de Valledupar, la creadora de la primera agrupación vallenata llamada “las universitarias” y autora de muchas canciones que el mundo recuerda en la voz de hombres como Rafael Orozco.

Asimismo, estarán Eliana Gnecco, Diana Burco, María José Ospino, Luana e Iris Curvelo, ellas son mujeres que hacen música y rompen paradigmas, como los de considerar que la música vallenata es exclusiva para hombres.

La música es una herramienta de tejido social, igualdad y equidad; de este modo, la música en sí misma no es machista sino que son machistas sus hacedores, por ello, el cambio en los imaginarios sexistas implica transformar las narrativas y todo lo que respecta a los simbolismos de igualdad, equidad y dignidad humana.

En este sentido, paradigmas como: “El vallenato es para hombres” y “las mujeres son para el hogar” dificultan avanzar en el largo camino para lograr la igualdad, es decir, que las tarimas de festivales, los estudios de grabación y los conciertos cuenten con la presencia de las mujeres.

Se hace necesario reflexionar en los roles femeninos en el vallenato, no con ellas a distancia sino incluidas. Sería especial escuchar más composiciones de mujeres, recuperar la poesía en las letras y que no sea solo un camino al insulto, la provocación y la denigración de la imagen de la mujer, que lastimosamente en algunas letras son comparadas con animales o descritas como objeto sexual.

Es hora de reorientar la música vallenata a su gran misión, a los amores que ha unido, a las reconciliaciones que ha generado, las amistades que estrecha y las integraciones sociales que ameniza, como muestra de que es un lenguaje del amor que teje sentimientos de manera ilimitada y la mujer tiene mucho por aportar en esta apuesta, para ello son necesarios hombres dispuestos ser aliados de ese hermoso proceso.