
Amor perruno
El amor perruno no es humanizar a un perro, es saberlo mágicamente perro, ternura de cuatro patas, sorpresas y amor al infinito, es tejer un lenguaje colectivo de afectos y que ellos lean nuestras emociones y nosotras las de ellos; Niní fue mi compañía en el confinamiento, en una Bogotá fría que se hacía más amigable con su presencia, porque lo mejor llega en el momento perfecto y ella fue lo mejor de muchos descubrimientos que hice en pandemia. Daría todo porque estuviera conmigo acá en Dubái, pero sé que pronto nos veremos para recorrer muchos países, juntas y felices.
Dedicada a la memoria de MAX el de Zayra
Crecí escuchando que los animales, son eso – unos animales – y eso me acercaba a ellos más como objetos que como seres vivos, se lee crudo pero es la realidad y es el sentido de esta historia, siempre he estado cerca a los perros porque en mi familia hemos tenido mascotas maravillosas y las cuidamos dentro de lo que corresponde, darle comida, bañarlos y dejarlos en el inmenso patio de mi casa materna, sin embargo, cuando comencé a vivir de manera independiente entendí porque muchas personas sufrían cuando sus perritos se enfermaban o se perdían, incluso llegué a pensar “Los cachacos sin son bobos, tratan a los animales como a seres humanos ¿Qué tanto le invierten a los perros?” Confieso que lo hice muchas veces, pero lo más bello en la vida es desaprender por medio de experiencias maravillosas que te mueven recetas y desmitifican cosas que merecen desde todo punto de vista ser transformadas – llegó a cambiar mi cotidianidad – Nini Susana – mi actual animal de compañía, una Bulldog francés que de entrada me cautivó con su mirada, su calma, su necesidad de darme amor y de hacerme saber que no quería que la soltara, cada una de sus acciones era un – déjame en tu vida, por favor – pude sentirlo desde siempre, un lenguaje de afectos que no tiene explicación.
En esa consciencia de mi ser, de lo que me hace feliz y amo, de lo que me importa cuidar y de la inmensa importancia de saber escoger a los seres que hacen parte de mi contexto íntimo, fue que aprendí a hacer de los amigos y amigas de nuevas ciudades donde vivía mi familia social y elegida, también aprendí que no tenía una mascota sino un animal de compañía que me regalaba alegría, ternura y aventuras, el primero se llamaba “Freud Salvador Dalí” un labrador hermoso que murió de Cáncer a sus 10 años, desde ese entonces (año 2010) en medio del duelo decidí no tener mas perritos, porque realmente estaba muy dolida, pero la vida fluye a su manera y el amor nos visita sin pedirnos cita, justo el 6 de marzo de 2020 cuando en Colombia se confirmó el primer caso de Covid, mi regalo universal fue – Niní – que se llama así por un sueño que tuve, en el cual, alguien me pedía de regalo un perro y yo le decía que se llamaría NINI ( ni – tuya / ni – mía) y de ahí nació el nombre que muchos llaman – raro – pero que es mágico como ella.
El amor perruno no es humanizar a un perro, es saberlo mágicamente perro, ternura de cuatro patas, sorpresas y amor al infinito, es tejer un lenguaje colectivo de afectos y que ellos lean nuestras emociones y nosotras las de ellos; Niní fue mi compañía en el confinamiento, en una Bogotá fría que se hacía más amigable con su presencia, porque lo mejor llega en el momento perfecto y ella fue lo mejor de muchos descubrimientos que hice en pandemia. Daría todo porque estuviera conmigo acá en Dubái, pero sé que pronto nos veremos para recorrer muchos países, juntas y felices.
Finalizo, esta reflexión con lo que dijo Enrique Jardiel Poncela “Existen dos clases de personas —las que necesitan amar y las que necesitan ser amadas—, para las cuales existen dos compañeros ideales: “El gato es el predilecto de aquellas personas que necesitan amar, y el perro, el elegido de aquellas personas que necesitan ser amadas”.
Lo que es indiscutible es que esos compañeros han perfumado la vida de muchas personas de un amor singular y se puede ver en el arte, las pinturas, en los títulos de libros (como la más reciente de Alonso Sánchez Baute) en la música, en fin, en la vida.
Ñapa: Para las mentes ortodoxas, no nos manden a parir, ni nos exijan que dejemos de querer a nuestros animales de compañía, elegir no ser madre biológica no implica que no se pueda ser madre de grandes proyectos sociales o de quienes se nos antoje, la libertad es el derecho más placentero de la humanidad.
Viva los amores perrunos, Te amo Niní.
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