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Opinión

Gallo capón, cancelar

Lo que se pregunta por ahí

García Márquez tiene un minicuento con el título El cuento del gallo capón. ¿Él inventó eso? Porque recuerdo que en los años cincuenta, antes de Cien años de soledad, yo ya lo conocía. Enrique A. Venegas Háydar, B/quilla

García Márquez no tiene ningún minicuento llamado El cuento del gallo capón. En realidad es un trozo de Cien años de soledad, que transcurre durante la peste del insomnio, cuando la gente, despierta y sin tener qué hacer, buscaba maneras de sitiar el tedio. En literatura existen los llamados ‘cuentos de fórmula’, relatos populares y antiguos, transmitidos por tradición oral, cuyas estructuras les confieren gracia y hasta seducción. Estos ‘cuentos de fórmula’ se clasifican en ‘mínimos’, ‘acumulativos’ o ‘de nunca acabar’. Por falta de espacio solo me referiré a los primeros y a los terceros. Un cuento mínimo es… mínimo. Uno muy célebre, que algunos han llegado a considerar obra maestra de la literatura, es El dinosaurio, del guatemalteco Augusto Monterroso, que dice así: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Ahora bien, El cuento del gallo capón es mucho más antiguo que Cien años de soledad. Por pertenecer a los ‘de nunca acabar’, de los que circulan innúmeros ejemplos, no tiene un final y puede eternizarse. Así lo describe García Márquez durante la peste del insomnio: “… un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras”.

En un restaurante dije que iba a cancelar la cuenta, y alguien presente dijo que estaba mal empleado ‘cancelar’… E. L. C., B/quilla

Tiene razón quien se lo dijo. Cancelar no es lo mismo que pagar. Cancelar es anular o derogar, y pagar es entregar el equivalente a lo que se debe, en dinero o en especie. Por lo tanto, usted debió decir: “Yo pago la cuenta”. Si alguien dice: “Voy a cancelar el agua”, está afirmando que va a solicitar a la Triple A que no le suministren más el líquido, pero si dice: “Voy a pagar el agua”, se entiende que va a entregar el valor de su consumo del mes, y se supone que el agua seguirá llegándole a su casa. Y si dice: “Voy a cancelar la matrícula de mi hijo”, está contando que su hijo no volverá al colegio porque usted va a sacarlo del centro docente, pero si afirma que va a pagar la matrícula será lo contrario. 

edavila437@gmail.com

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