
Se dice ‘banda de rateros’, ‘banda de músicos’ y, muchas veces, ‘banda de música’, la cual sería lo correcto… María Fernanda Herrera Batista, B/quilla
Las tres locuciones son correctas, pues ‘banda’ es una palabra con varios sentidos. Puede referirse a un grupo de personas, organizado como un tropel de rateros, de asesinos, de delincuentes de toda laya, que se unen para cometer atentados u otras malas acciones, pero también puede ser una tropa de individuos que conforman un grupo musical en el que sobresalen los instrumentos de viento. Aún más, hoy ‘banda’, en su sentido más extenso, es cualquier agrupación musical más numerosa que un conjunto de cámara, que está compuesto entre dos y un máximo de doce ejecutantes. El término proviene de bandwa o bandwo, locución gótica que quería decir ‘estandarte’ y que derivó en bandum, que significa bandera y que era la enseña distintiva bajo la cual marchaban los soldados. (Gótica alude a los godos, pueblo germánico que invadió el Imperio Romano en el siglo III, y en el V se asentó en la península Ibérica). Aunque en la Europa del siglo XVIII, la palabra ‘banda’ se usaba como sinónimo de orquesta, hoy se emplea para designar a grupos musicales que tocan instrumentos similares, y por eso hay bandas de metal, de viento, de percusión, de trompas…
¿Se le puede creer a Wikipedia? Jazmín Olarte F., B/quilla
Desde luego, se le puede creer. Esta herramienta, que, como cualquier tratado del saber entrega noticias de incontables materias en un intento de informar y no de profundizar, ha sido acusada de arbitraria, inconsistente, desprovista de fuentes para verificar y poco fiable, pues con ella es muy fácil el vandalismo, todo lo cual no obsta para asegurar la utilidad de algo que abarca tanto y lo comunica con inmediatez y facilidad. Las enciclopedias siguen siendo vitales para el saber. En mi caso, hasta los quince años solo leía poesía popular o la académica y deslustrada que enseñaban en el colegio, y nunca tuve ocasión de leer novelas o ensayos o teatro. Entonces solo hojeaba enciclopedias. En ellas podía hallar los fundamentos de casi todo: los grandes hitos de la literatura, del arte, de la historia, de la filosofía y de la ciencia, es decir, de la cultura universal. Las leía porque en mi casa paterna no había otra cosa que leer que no fueran libros de medicina (mi padre era médico) o cinco enciclopedias. Estas últimas me abrieron las ventanas de la casa paterna para que pudiera asomarme al mundo, y después me abrieron las puertas para que pudiera salir a él. Esos fueron los libros esenciales en el proceso de fascinación que la vida y el arte han ejercido sobre mí. Por lo anterior y por haber sido casi lo único que podía entretenerme en una época en que no había televisión en Barranquilla, a años luz de la aparición de internet, quiero manifestar mi gratitud a las enciclopedias, esos prontuarios del conocimiento que configuraron el asombro que me permitió darme cuenta de que estaba vivo.
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