Colombia lleva cinco meses desde que se reconoció oficialmente que el COVID-19 había llegado al país. A mediados de marzo el gobierno declaró el estado de emergencia y empezó a tomar decisiones para responder a las demandas en salud y de ingresos de amplios sectores de la población, empresas e individuos. Hoy cuando la pandemia ha cobrado más de 10.000 vidas, hay 300.000 personas contaminadas y el desempleo real no cede, es hora de preguntarse si realmente empezó la reactivación de la economía.
Al tomar solamente los balances del gobierno sobre la cobertura de las ayudas, se podría llegar a la conclusión de que se han tomado todas las medidas posibles para mitigar el impacto negativo de esta crisis en la economía. Pero sobre la verdad es que un indicador fundamental es la situación del mercado laboral. El índice de desempleo debería demostrar si los apoyos estatales sumados a la apertura de sectores productivos han logrado reactivar la economía.
Pero el desempleo abierto no baja de niveles del 20%, la última cifra 19,8% que no incluye desempleados que realmente lo son, demuestra que algo está fallando seriamente en los esfuerzos para empezar a minimizar costos de esta crisis. Es cierto que el mercado de trabajo venía mal, pero no justifica totalmente la realidad de que en Colombia los niveles de desocupación actuales superan en alto grado los de otros países. Esta situación se agrava porque realmente la mayoría de los sectores productivos tienen licencia para operar, pero ¿dónde está la demanda interna que es el motor de la economía colombiana?
Por la presión de los gremios la apertura de la economía se ha hecho por el lado de la oferta. La hipótesis evidente era que más empresas produciendo generarían empleo, salarios y demanda. Esto debería haber empezado a reducir desempleo de manera muchísimo más acelerada de lo que se está registrando. Por el contrario, la apertura por el lado de la demanda hubiese implicado programas de empleo de emergencia que no ha habido forma que el gobierno implemente ni que los gremios los tomen como una verdadera contribución para la recuperación del país.
La reactivación en medio de esta aceleración de la pandemia es más una ilusión que una realidad. ¿Se demoró demasiado tiempo el gobierno en subsidiar las nóminas y generó despidos masivos y muchos trabajadores se fueron a la calle? ¿O esto de abrir y cerrar, método llamado inteligente, ha sometido a la producción a incertidumbres difíciles de manejar? Además, ¿ayudas tan precarias para sectores vulnerables no ha generado una reacción de la demanda que la pequeña empresa, la mayoría del país, requiere para reactivar su producción?
No son respuestas fáciles, pero la verdad es que solo tomando la persistencia del desempleo en semejantes niveles, es evidente que de reactivación muy poco tiene el país. Mucho puede obedecer a errores en los esfuerzos del gobierno que se demoró, que no ha gastado lo suficiente, no conocía las características de esta sociedad y que no actuó en consecuencia.
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