Este gobierno ha hecho todo para quitarles la posibilidad de soñar a los jóvenes colombianos. Soñar con estudiar en Colombia en la universidad de su preferencia; soñar con hacer un posgrado de alta calidad en el exterior; soñar con vivir en un país donde el mérito sea reconocido. Y es que soñar -y trabajar para cumplir esos sueños-, aunque parezca una idea romántica, es aquello que nos mueve como sociedad para crecer y para seguir forjando un futuro como nación.

Quitarle los recursos públicos a Colfuturo, una organización sin ánimo de lucro que le ha permitido a miles de profesionales colombianos adelantar sus estudios de maestría y doctorado en el exterior, con amplios incentivos para volver al país, es otra de las medidas regresivas de este gobierno que afecta directamente el desarrollo del potencial humano de Colombia.

Ahora bien, si el gobierno nacional -que disfraza todas sus políticas públicas bajo la consigna de la lucha de clases- consideraba que Colfuturo beneficiaba solo a un segmento privilegiado de la sociedad (afirmación que no es cierta), pudo haber tomado otras medidas para ampliar el acceso, brindar mayor financiación y proponer, incluso, políticas complementarias que permitieran una cobertura más inclusiva. Pero ese no es el modus operandi del gobierno: lo suyo es acabar con todo aquello que funciona para “proponer” alternativas que luego no sabe ni tiene cómo ejecutar.

El gobierno desconoce ampliamente cómo este programa, que le ha cambiado la vida a muchos colombianos de distintas realidades socioeconómicas y regiones del país, es también un resultado concreto de la movilidad social; como también desconoce que la clase media colombiana -principal beneficiaria de estos recursos- hace esfuerzos enormes para alcanzar mayores y mejores niveles de educación, con la intención de aportar a su país, crecer y ofrecer una mejor calidad de vida a sus familias.

En síntesis, este gobierno rechaza de plano el fortalecimiento del capital humano y la movilidad social, ambos impulsados principalmente por la educación, y mantiene una noción absolutamente distorsionada de la clase media, a la cual castiga de manera permanente con este tipo de decisiones.

Finalmente, tal como lo sostuvo el exministro Juan Camilo Restrepo Salazar, si el gobierno consideraba que se trataba de un mal programa, ¿por qué lo suspende tres años y medio después de haber iniciado su mandato? Seguramente, como lo señala Restrepo, esta es una medida que responde a la crisis fiscal que enfrenta el país y no a la implementación de una política pública más inclusiva para que los profesionales colombianos estudien en el exterior.

Pero, como siempre, toda crisis intentan instrumentalizarla para convertirla en caja de resonancia de una supuesta agenda progresista; en realidad, lo único que generan son aún más divisiones entre los colombianos.

Gracias a Colfuturo pude hacer mi maestría en Estados Unidos, algo que muy difícilmente habría podido lograr sin este programa. Hace un año volví al país, como muchos otros colombianos, con el propósito de poner esta formación al servicio de Colombia.

Ojalá todos nos unamos para que, con el próximo gobierno, este desatino se corrija y la financiación pública vuelva a Colfuturo, permitiendo que miles más de colombianos puedan soñar con adelantar una maestría o un doctorado de altísima calidad y aplicar esa formación en beneficio del país.

@tatidangond